La coyuntura actual coloca al gerente deportivo en una posición que, en ocasiones, parece tener más sobresaltos que la del entrenador o el propio futbolista. Por ejemplo, si un fichaje no la pegó, es su culpa; si no aparecen talentos destacados de la cantera, es su culpa; si el equipo no es campeón, también es su culpa. Pase lo que pase, lleva las de perder.
Si decide respaldar a un técnico cuando no le va bien, lo cuestionan, pero si lo despide de un día para otro sin darle mayores explicaciones, el entrenador aparece en los medios y pide respeto, o lanza la típica frase “me parece que la forma no fue la mejor...”.
En el día a día, le corresponde ‘negociar’ con los siempre difíciles representantes, que inflan a jugadores que, en ocasiones, han hecho muy poco para merecer un aumento. Y a veces hasta debe cuestionarle al técnico su estilo o forma de juego.
Cuando el presidente morado, Juan Carlos Rojas, presentó a Víctor Cordero en este cargo, lo primero que pensé fue, ¿qué tipo de gerente deportivo necesita Saprissa?
Los antecedentes más recientes muestran que Jeaustin Campos duró menos de un año en el cargo, Paulo Wanchope aguantó un año y siete meses y Evaristo Coronado un año y 16 días, estancias relativamente cortas y exigentes.
En Primera División, los elogios (y las críticas) los acapara Jafet Soto en forma y fondo.
El gerente de Herediano interviene constantemente con declaraciones que mueven los cimientos, que incomodan y molestan a sus adversarios, que a veces optan por responder y en otras por callar. En el fondo, sus resultados han sido buenos la mayoría de veces.
Más allá de su ‘forma’ (a veces altanera y más controversial de lo necesario) y la manera de mover los hilos, es probable que la mayoría de especialistas coincidan en que lo hace bien.
Después aparece Agustín Lleida, metódico, con un buen número de diplomas sobre su pared, precedido por un buen paso por el Pachuca de México. El español hizo lo suficiente para convencer a la Liga de dejar toda la estructura deportiva en sus manos.
Lleida hizo lo que parecía imposible en Alajuelense: lograr que la directiva no interviniera en todo. Es decir, tiene mucho más peso en las decisiones que los pasados gerentes.
Básicamente, se podría considerar que esta es la ‘era Lleida’ (con todo lo que esto conlleva, para bien y para mal). El tiempo determinará si el club acertó con la decisión.
Y después aparece la dirigencia morada (de alta injerencia en las decisiones deportivas) y presenta a Cordero para relevar a Evaristo Coronado, a quien su capa de ídolo le quedó corta.
No se salvó de la crítica.
Cordero es un tipo educado, de perfil bajo (mucho más bajo que el de Lleida y Soto). A su amplia experiencia como jugador (fue un líder), se suma su trayectoria en los banquillos, pues fue asistente técnico de Vladimir Quesada. Tiene carácter, sí, pero es comedido.
Conoce a Wálter Centeno y debe lidiar con él. También sabe la presión que existe en Saprissa y la necesidad de volver a ganar un título, después de un año y medio de sequía.
A diferencia de otros exfutbolistas, es preparado académicamente y comprende la situación financiera actual de la S. El club no está dispuesto a pagar caprichos hoy en día.
¿Es todo esto suficiente para triunfar en este puesto? En el contexto actual, no. El tiempo dirá si Cordero posee otras características necesarias. Por ejemplo, olfato para mirar a un futbolista, darle seguimiento y firmarle antes de que lo haga otro equipo (y que la pegue en la S). Esto conlleva un evidente trabajo de scouting, que se verá reflejado en el mediano plazo.
Puede suceder con un jugador local, o un extranjero.
Después, el timing para decidir el momento correcto para apadrinar a un entrenador o, por el contrario, cesarlo, en función de las responsabilidades del club de pelear por el título.
Tercero: Seleccionar el técnico correcto, toda una tarea cuando se trata de Saprissa.
Por último, tener claro que el club se rige a través de un presupuesto. Debe ofrecer excelentes resultados (aspirar al título siempre), sin excederse en la contratación de futbolistas.
Nada fácil para Cordero.
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