El volcán Turrialba redujo la emanación de gases este sábado tras una última erupción a las 9:07 p. m. el viernes, pero eso no quiere decir que haya disminuido su actividad y peligrosidad, advierten los expertos.
El Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), de la Universidad Nacional (UNA), comunicó que el comportamiento del coloso se debe a que el conducto volcánico por donde emanan gases, cenizas y rocas está bloqueado.
La presión de esos gases, agregó el Ovsicori, provoca agrietamientos por donde logran salir, “arrastrando consigo cenizas y piedras muy calientes desde niveles profundos del conducto”.
Además, la actividad sísmica sigue elevada, confirmaron especialistas de la Red Sismológica Nacional (RSN), de la Universidad de Costa Rica (UCR).
“Después de cada erupción de cenizas y piedras, el volcán ha venido mostrando cortos periodos de calma, que son seguidos por erupciones. A pesar de la calma, más erupciones son esperables”, advirtió el Ovsicori.
El vulcanólogo Raúl Mora, de la RSN, visitó ayer al sector de La Silvia y La Picada, a unos seis kilómetros del cráter. Durante el recorrido, Mora observó material volcánico que cayó en esa zona durante la erupción del viernes.
El experto confirmó que gran cantidad de esos materiales bajó por la quebrada que discurre entre ambas comunidades.
“El volcán es peligroso y está muy activo. Con o sin material fundido (magma) es peligroso”, resaltó Mora, quien aclaró que las rocas incandescentes vistas la noche del viernes, también salieron en otras erupciones.
Desde el jueves 12 de marzo, el Turrialba muestra un aumento en su actividad. Alrededor de siete erupciones se han producido desde entonces. La más fuerte fue el jueves, con cenizas que cubrieron el Valle Central y obligaron al cierre temporal del aeropuerto internacional Juan Santamaría.
A la expectativa. Los vulcanólogos estuvieron en el volcán ayer desde muy temprano; esas visitas continuarán estos días. Al mismo tiempo, realizan monitoreos remotos.
Entre otras cosas, los científicos están pendientes de los cambios geográficos y en la composición química de las emanaciones que salen del Turrialba.
Sobre los cambios “físicos”, se monitorean, por ejemplo, los movimientos sísmicos para tratar de comprender lo que está pasando en su interior.
Además, se analiza si la estructura volcánica se está modificando, con derrumbes, hundimientos o elevaciones.
Los expertos tratan de verificar la presencia de magma joven (lava) para determinar si se está produciendo ascenso de material desde el interior del volcán.
Sobre la química, la atención se concentra en las emisiones de gas y de ceniza, que no solo representan un riesgo para las personas y animales sino que, además, pueden tener efectos oxidantes.
Vida sigue. Quienes viven o tienen sembradíos y ganado en las faldas del coloso, siguen su vida en medio de erupciones, científicos, la Policía y curiosos que llegan a ver de lejos la actividad.
Juan Carlos Abarca Vega sacó varios kilos de papa ayer, como todos los días, y Esteban y Karen Acuña acudieron, como cada sábado, a la catequesis que reciben en Pacayas.
Quienes sí están preocupados son los que viven entre los volcanes Irazú y Turrialba. La ceniza del viernes fue a dar a sus potreros, amenazando la producción de leche y hortalizas, de las cuales dependen sus familias.