La ministra de Educación, Anna Katharina Müller Castro, debería tomar la ruta de apartarse. Es la decisión más digna cuando un millón de estudiantes en escuelas y colegios públicos se ven perjudicados por una educación sin norte, lo que significa condenarlos a la pobreza de conocimientos y precariedad económica.
La mayor injusticia que se puede cometer contra alumnos que arrastran graves deficiencias en el aprendizaje, debido a las huelgas en el 2018 y el 2019, la suspensión de clases en el 2020 y el 2021 y la pandemia, es permitir que la gestión educativa esté en manos de una persona que, aunque bienintencionada, carece de claridad, humildad y liderazgo, lo cual obstaculiza la obtención de resultados.
Por ahora, la educación pública se maneja por la ruta de la improvisación, incluso, de la destrucción. La ministra registra entre sus logros la desaparición de las pruebas estandarizadas FARO, sin sustento técnico, y la aniquilación del convenio de enseñanza nacional de informática con la Fundación Omar Dengo, también sin razón fiable. Asuntos tan relevantes están en el aire.
Su Ruta de la Educación, anunciada el 2 de febrero, la conoce ella. Está en su mente, de ahí no ha trascendido. Se sabe, por 56 diapositivas, las metas, no los pasos para alcanzarlas. Aun así, la ministra Müller bromea con que ya ejecutó “una cuarta parte”, sin siquiera haberla socializado con los educadores.
Es inaceptable que se pretenda apostar de esa forma por una generación que, en razón de sus pobres conocimientos, tendrá mínimas oportunidades de ingreso a las universidades públicas, pues los exámenes de admisión les darán un portazo.
Así, esta generación está condenada a endeudarse, si puede, para pagar una universidad privada. Los que no posean medios económicos —que son la mayoría— están sentenciados a ejercer trabajos mal pagados o informales. Ellos sí tienen ruta, esto es, la ruta hacia la pobreza.
Se requiere un mando que, con liderazgo, conocimiento y claridad, inspire cambios en los maestros, quienes son los verdaderos responsables de ejecutar una ruta.
Con humildad, la señora Müller debe admitir que, en pro del futuro bienestar de un millón de niños y adolescentes, lo sano es hacerse a un lado.
amayorga@nacion.com
El autor es jefe de Redacción de La Nación.
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