Lo intentaron grandes como Michael Jordan, Larry Holmes y Muhammad Ali. Elegir la hora del retiro no es fácil ni para los genios del deporte.
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Alí perdió tres combates en buena lid: contra Frazier, Norton y Spinks. Por lo que a mí atañe, esos fueron sus tres Waterloos boxísticos. Los reveses contra Holmes (1980) y Berbick (1981) no cuentan. Son colisiones que jamás debieron ser. Ya en 1980 Alí evidenciaba signos de la enfermedad de Parkinson que lo confinaría al mutismo y le infligiría la última de sus derrotas, el viernes pasado.
Esa pelea nunca debió efectuarse. El más grande de todos los tiempos le puso una inmerecida lápida de cartón a su carrera. Hubo un combate más, pero la campana final había sonado.