Lo ha venido diciendo la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde) y el prestigioso estudio sobre el estado de la educación. También los medios de prensa y representantes de la empresa privada. Quizá ahora que lo dice la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) prestemos más atención: el bajo porcentaje de graduados en ciencia, tecnología, ingeniería y matemática (STEM, por las siglas en inglés) pone en riesgo el hasta ahora exitoso modelo de atracción de inversiones y con él la economía nacional.
“Los resultados educativos no son satisfactorios y las empresas tienen dificultades para llenar las vacantes, en especial, en puestos técnicos y científicos, lo que puede poner en riesgo la capacidad de Costa Rica para continuar atrayendo inversión extranjera directa”, afirma la OCDE, conocida por promover las mejores prácticas entre sus 38 países miembros.
Solo el 16 % de los estudiantes costarricenses cursan carreras científicas. El porcentaje es similar al del 2005, y solo la quinta parte de los graduados en el 2021 fueron del área STEM. Nuestro país apenas supera a Argentina y Brasil entre los países miembros, y está por debajo del promedio general del 26 %.
La organización nos invitó a reconsiderar los mecanismos de financiamiento de las universidades para mejorar la capacidad de respuesta a los requerimientos del mercado laboral. Este diario ha venido insistiendo en la reforma del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) para distribuir el dinero de acuerdo con las necesidades actuales y no las de 1981, cuando se asignaron los porcentajes sin sospechar las rápidas transformaciones económicas y tecnológicas de las siguientes cuatro décadas.
A partir de entonces, la Universidad de Costa Rica gozó de un 57,03 % de los recursos, pero su oferta académica, si se hacen a un lado las ciencias de la salud, es relativamente modesta en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. En contraste, el Instituto Tecnológico, totalmente centrado en esas especialidades, apenas recibe el 11,15 %, y todos los años rechaza miles de solicitudes de ingreso. La Universidad Nacional (UNA) recibe el 23,09 %, con una oferta académica similar a la de la UCR, y la Universidad Estatal a Distancia (UNED) obtiene el 7,41 %. La nueva Universidad Técnica Nacional (UTN), con énfasis en carreras STEM, se financia con una partida independiente, hace poco integrada al FEES.
La OCDE insiste en la necesidad de aumentar el atractivo de las carreras técnicas y científicas. Las becas y otras ventajas pueden contribuir en mucho, pero el estudio enfatiza la necesidad de dirigir esfuerzos hacia las mujeres para cerrar la brecha de género en las graduaciones. Entre el 2014 y el 2020, las graduadas apenas constituyeron la mitad del total.
“Los programas de tutoría y el reconocimiento de mujeres eminentes en la industria STEM pueden aumentar la confianza de las jóvenes para continuar sus estudios en áreas científicas”, dice el informe. En Francia, un programa para mujeres matriculadas en programas de doctorado ofrece tutorías de orientación profesional y apoyo para ganar confianza.
Las recientes reformas de la educación vocacional podrían aumentar la oferta y calidad de los técnicos, pero es necesario desarrollarlas con prontitud. La educación dual y la reforma del Instituto Nacional de Aprendizaje son pasos en la dirección correcta; sin embargo, no se dieron con la presteza necesaria y el sistema de preparación técnica debe recuperar el tiempo perdido. Las advertencias ya no solo vienen de actores internos preocupados por el rezago, sino también de una entidad multilateral cuya existencia se justifica, justamente, por señalamientos como el comentado. Los ajustes requeridos, por otra parte, resultan obvios.
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