La alta desigualdad socioeconómica existente en Costa Rica, que divide prácticamente al país en dos partes con realidades muy distintas, provoca una mayor volatilidad en los electores.
Como nunca antes, los ciudadanos cambian de partido político con mayor facilidad, ante la percepción de que su condición socioeconómica sigue sin mejorar.
Muestra de ello es que, en los comicios nacionales de 2022, Costa Rica alcanzó los niveles más altos de volatilidad electoral desde 1958.
Coincidentemente, en 2021, el país sobrepasó las cifras más altas de desigualdad social por ingresos. Esto puso a Costa Rica al lado de las naciones más inequitativas de América Latina.
De acuerdo con datos oficiales del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), para los recientes comicios, dos de cada tres electores (65%) votaron por una agrupación política distinta a la que apoyaron en las elecciones precedentes.
Si bien esta situación podría observarse como un fenómeno generalizado en toda la población costarricense, el Programa del Estado de la Nación encontró que la volatilidad electoral es más recurrente en distritos con mayor desigualdad del país.
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A esta la conclusión se llegó luego de aplicar varios modelos de regresión contemplando variables de control como los índices de desarrollo humano y social, la competitividad y el respaldo electoral a los partidos políticos en comicios previos.
En el distrito de Chira, ubicado en Puntarenas, por ejemplo, 55 de cada 100 electores cambiaron su voto para estos comicios en comparación con las elecciones de 2018. En San Pablo de Nandayure, Guanacaste, hicieron los mismo 50 de cada 100.
La volatilidad rondó entre un 47% y 49% en distritos como Paquera y Monteverde, ubicados en la provincia de Puntarenas, así como en Cangrejal de Acosta y San Rafael de Puriscal, en San José, y en Buenavista de San Carlos, en Alajuela.
Implicaciones en el sistema político
De acuerdo con el Estado de la Nación, la alta volatilidad, especialmente presente en distritos desiguales, podría estar cimentando el surgimiento de más y nuevas agrupaciones políticas, a pesar de que algunas de esas opciones no tengan necesariamente bases sólidas, identidades definidas o experiencia en el poder político.
Por ejemplo, el actual mandatario, Rodrigo Chaves, llegó a la Presidencia a través del Partido Progreso Social Democrático (PPSD), una de las agrupaciones que debutaron en las elecciones nacionales de 2022.
Asimismo, la volatilidad electoral podría estar alimentando el debilitamiento de los partidos políticos que, de acuerdo con el informe, ya están sumidos en una crisis por falta de representatividad.
“Se encontró que la relación entre el índice de desigualdad salarial y la volatilidad electoral es positiva: cuanto mayor es la desigualdad, mayor es la volatilidad de cada distrito. Este resultado es particularmente útil para comprender los factores que influyen en el apoyo que reciben algunos partidos políticos nuevos”, señaló el Estado de la Nación.
Además, el estudio apunta que “el voto de los distritos más desiguales castigó significativamente a los partidos tradicionales”, como Liberación Nacional (PLN), Unidad Social Cristiana (PUSC) y Acción Ciudadana (PAC).
Esa última agrupación, asentada en el Poder Ejecutivo entre 2014 y 2022, se quedó sin un solo representante en cargos de elección popular para el nuevo periodo. Lo mismo le ocurrió a Restauración Nacional (RN), segundo partido con más votos en 2018.
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De acuerdo con el informe, además de la multiplicación de ofertas políticas y el debilitamiento de estructuras tradicionales, la alta volatilidad también ocasiona incertidumbre y condiciona el accionar de los tomadores de decisiones.
“Estos elementos son considerados como fundamentos de la política en este informe, pues condicionan el accionar de las distintas fuerzas políticas a la hora de decidir asuntos de interés público”, apunta la publicación.
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Desigualdad incide en abstencionismo
Otro fenómeno que provoca la alta desigualdad en los territorios es el abstencionismo electoral. En este caso poco importa si las personas cambian de preferencia política entre uno y otro proceso electoral, porque en realidad ni siquiera asisten a votar.
De acuerdo con Rónald Alfaro, investigador del Programa Estado de la Nación, los mayores niveles de abstencionismo justamente se presentan fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM).
“En aquellos distritos en donde hay un importante nivel de desigualdad, por un lado la gente vota menos y, al mismo tiempo, la volatilidad crece.
“Esto refleja una insatisfacción desde el lado de la ciudadanía con las propuestas, con los temas, con los planteamientos (de los partidos y candidatos)”, aseguró Alfaro.
Este segundo análisis se realizó por cantones. En esa línea, los territorios con menor participación electoral en los comicios de febrero pasado fueron, en orden: La Cruz (Guanacaste); Golfito, Corredores y Garabito (Puntarenas); Talamanca (Limón); Los Chiles (Alajuela); Osa y Quepos (Puntarenas); Carrillo (Guanacaste); y Upala (Alajuela).
En contraposición, los cantones con mayor participación en los comicios fueron: Zarcero (Alajuela); Belén, Flores, Santo Domingo y Barva (Heredia); Cartago; San Pablo (Heredia); El Guarco (Cartago); Montes de Oca (San José); y Grecia (Alajuela).
El abstencionismo en la primera ronda electoral, celebrada en febrero, superó por primera vez el 40% del padrón electoral. Es decir, cuatro de cada 10 votantes decidió no presentarse a las urnas.
De acuerdo con los datos compartidos por el Estado de la Nación, con base en los resultados electorales, los cantones en mayor desventaja socioeconómica muestran menores niveles de participación en las últimas elecciones.
“Como ha sido la tónica en las casi siete décadas de procesos electorales, en el centro del país la asistencia ciudadana es mucho mayor que en las regiones periféricas (costas y zonas fronterizas”, apunta el estudio.
El informe concluye que “las brechas entre ambas zonas son evidentes, no solo en el ámbito político, sino también en términos de desarrollo económico y social”.
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Acción Ciudadana (PAC) y Restauración Nacional (RN), los partidos más votados en las elecciones del 2018, fueron borradas del mapa político cuatro años después, en los comicios del 2022. Foto: (Rafael PACHECO GRANADOS)