Leer cuentos en voz alta: un hábito para jugar y compartir en familia
Unos 30 minutos diarios de lectura en voz alta y en familia marcan diferencias positivas en la formación de niñas y niños.
Unos 30 minutos diarios de lectura en voz alta y en familia marcan diferencias positivas en la formación de niñas y niños.
La educación superior tiene el desafío de cocrear una nueva agenda educativa que permita a sus estudiantes entender lo que implica transitar de una economía tradicional a una del conocimiento.
A partir de las estadísticas del MEP, se estima que más de la mitad de estudiantes (unos 500.000) tienen un acceso limitado o nulo a Internet. Sin embargo, una computadora o un celular con acceso a Internet tampoco es garantía de conexión con los aprendizajes.
Qué aprender, qué enseñar, a quién, cuándo y para qué no son preguntas nuevas, pero sí muy necesarias de repensar en un contexto de cambio educativo, donde urge la formación en herramientas para la vida, que respondan al contexto de cada estudiante.
Cada día, el Hospital Nacional de Niños atiende al menos a una persona menor de edad debido a autolesiones como cortaduras y daños en la piel. El diálogo en familia es una herramienta indispensable en los hogares para cuidar de la salud mental de niñas, niños y jóvenes.
Asumir las propias responsabilidades, poner en práctica la solidaridad comunitaria y dejar de ver el aprendizaje como una competencia son tres tareas básicas para enfrentar el curso lectivo del 2021. La educación demanda trabajo en equipo.
Repensar la forma de aprender en el siglo XXI implica incluir más espacios dentro de las aulas y los hogares en los que se fomente la libertad, el pensamiento crítico, la capacidad de dudar, jugar, proponer, crear, e innovar desde la niñez. Educar en este siglo demanda la necesidad de ‘aprender a aprender’.
El curso lectivo del año 2021 combinará un modelo híbrido (presencial-virtual). ¿Qué hacer para que este enfoque sea efectivo?
La mala compresión lectora y el escaso razonamiento matemático siguen siendo debilidades sin resolver, pese al dinero que se invierte en costosas pruebas internacionales que señalan los mismos errores una y otra vez.
Las escuelas unidocentes tropiezan contra la falta de materiales, escasa o nula conexión a Internet, mala infraestructura, sobrecargo de labores para el educador y contra ciertas miradas valle-centralistas.
La aceleración digital y los desafíos propios de esta década exigen profesionales con habilidades digitales, innovadores y analíticos.
El 58% de las familias no están preparadas para apoyar a sus hijos con tareas y repaso de materia durante la pandemia. ¿Qué implica ese dato? ¿Cómo se puede apoyar cuando la escolaridad de los padres de familia no es alta?
En un año en el que todos los estudiantes aprobarán, conviene hacer un alto y repensar por qué y para qué se evalúa y cómo hacerlo de forma efectiva en entornos virtuales, sin que implique regalar calificaciones y premiar el mínimo esfuerzo de quienes aprenden.
Captar la atención de niñas y niños en la era digital es una ardua tarea que debe combinar mediación participativa, contenidos creativos y narrativas que sustituyan la moraleja por la acción colectiva, la comprensión lectora y el pensamiento crítico.
La educación tiene el rol de enseñar a detectar las fuentes de errores, ilusiones o enceguecimientos, en un siglo de cambios constantes y en donde abundan líderes mediocres que se aprovechan de la ignorancia de muchos.