No tienen mesas ni sillas, tampoco cuentan con meseros y sus menús se limitan a máximo cinco o seis platillos, pero su sola presencia en conciertos, festivales y ferias es suficiente para despertar la curiosidad de los consumidores más rigurosos.
En cada puesto se hacen largas filas de clientes deseosos por adquirir su comida favorita, que va desde gastronomía vegetariana, mexicana y típica, hasta comida rápida, helados y crepas.
Lo cierto es que desde hace cuatro años aproximadamente, los food trucks llegaron al país con su novedosa propuesta de restaurante sobre cuatro ruedas, para deleitar el paladar de los costarricenses y ahora no pasa un evento en el que no estén invitados.
Su crecimiento ha sido tal que en el 2014, cuando estos acaparaban el mercado gastronómico en países como Estados Unidos, México y Colombia, en Costa Rica no superaba los cinco camiones; pero la historia ha cambiado y ya para este año se estima que existen más de 40.
“Conforme pasa el tiempo los consumidores ven los food trucks con más normalidad. Al principio la gente se emocionaba mucho al vernos y ahora nos esperan en todos los eventos. Se ha convertido en un movimiento y creo que daría miedo saber la cantidad de food trucks que hay hoy”, afirmó Shantall Stammes, quien junto a Adriana Duarte crearon La Bombona, un camión de crepas.
Pero, ¿cuál es el éxito detrás de los food trucks?
Todo es cuestión de creatividad: desde la presentación del menú, hasta el color del camión es fundamental para atraer la atención de los clientes. Eso sin contar el servicio y la rapidez con la que preparan los platillos (procuran tardar menos de cinco minutos).
“El movimiento food truck ha crecido a pasos agigantados para darle a la gente un servicio de calidad y la gente sale muy satisfecha. Yo creo que el secreto está en el servicio, la presentación; además, como los food trucks están abiertos se puede ver la higiene del camión, la higiene con la que se cocina y, sin duda alguna, la creatividad de venta”, detalló Max Moro, del food truck de comida mexicana Garibaldis, uno de los primeros en el país.
Inversión
Sin embargo, tener un food truck no es tan sencillo, por el contrario el solo hecho de adquirir un camión adecuado es difícil, debido a que estos son, por lo general, modelos muy viejos, y el precio puede ir desde los $30.000 hasta los $60.000.
Posteriormente, se debe hacer una inversión más para acondicionar el camión con cocina y demás equipo que se requiere. Eso sin tomar en cuenta que antes no habían proveedores que se encargaran de cosas tan básicas, pero tan fundamentales, como abrir el techo del camión.
“Conseguir esos camiones cuesta mucho, conseguirlos es como una pepita de oro, algunos incluso se consiguen pero sin motor y uno los tiene que ir reconstruyendo”, detalló Pablo Castro, de Pinky’s.
Pero la inversión no queda allí pues los camiones requieren de un mantenimiento mensual que fácilmente supera los $1.000.
Permisos
Pese a que los food trucks son una de las opciones gastronómicas favoritas de los consumidores, solamente pueden operar en eventos privados, ya que al no contar con una regulación por ley, son considerados vendedores ambulantes y se exponen a fuertes multas y a que incluso las autoridades decomisen sus camiones.
“La mayor limitación es el tema de la regulación, sería muy bonito ir a un parque y poder vender”, comentó Jorge López de Agüizotes.
Para ellos, esta situación es tediosa y preocupante, ya que si no hay eventos privados, no pueden vender. Ante esta situación decidieron unirse y formar la Asociación de Food Trucks de Costa Rica (Food Trucks CR), que actualmente está conformada por 26 negocios.
A partir de allí empezaron a crear un marco legal que les ha permitido apoyarse mutuamente y trabajar en conjunto para mejorar su situación jurídica; por ejemplo, cada camión que desee ingresar a la asociación, debe someterse a una revisión minuciosa: tener extintor, tanques de agua, tanques de captación, trampas de grasa, agua potable, el material con el que está forrado debe ser de buena calidad, tener campanas y extractor.
“Son cosas que hemos ido aprendiendo con el tiempo, porque no hay una manual de cómo debe ser un food truck, entonces hemos asumido esa responsabilidad como asociación”, dijo López, quien es el presidente.
Food Trucks CR se ha consolidado tanto que ahora cuentan incluso con un abogado que los asesora y los apoya ante cualquier eventualidad. También tienen un catálogo, para que las empresas puedan conocer los camiones y sus ofertas gastronómicas.
Para operar en eventos privados, los camiones también deben cumplir con una serie de requisitos como
el carné de manipulación de alimentos, contar con un negocio físico para hacer extensión de patente (permiso de funcionamiento del Ministerio de Salud), póliza de responsabilidad civil y si se trata de una actividad pública en algún parque o bulevar, deben tener un permiso municipal.
Además, Moro detalló que ahora les están pidiendo la instalación de una válvula de seguridad que corta automáticamente la salida de gas en caso de que se detecte una fuga, y tiene un valor de aproximadamente $1.500.
Parques
Siempre de la mano con la creatividad y como una forma alterna de ayudarse ante la imposibilidad de vender libremente sus platillos, Moro abrió el primer parque de food trucks, el Calle Vieja Food Truck Park, en Curridabat.
El sitio, que representó una inversión de $275.000, cumplió recientemente un año y cuenta con toldos, mesas, luces y música, en un ambiente agradable y al aire libre.
“Le doy oportunidad a siete camiones de que vendan sus productos, porque como no hay permiso de vender los productos acondicioné el parque con los permisos correspondientes”, afirmó.
Aunque es el único que funciona actualmente, en Escazú ya se prepara la apertura del Escazú Food Truck Park.
Mientras tanto, los food trucks seguirán recorriendo el país, conquistando el paladar sobre cuatro ruedas.