Detalle relativo al surgimiento del nazismo, tan poco relevante que a muchos les parecerá una simple anécdota: en Alemania, tras una elección de resultado muy complejo, en 1929 se formó un gobierno regional gracias a una alianza que incluyó, por primera vez en la historia, al partido nazi, al cual le correspondió designar al ministro de Cultura y Policía. Una de las primeras medidas adoptadas por el nuevo jerarca fue la promulgación de un reglamento de censura de espectáculos públicos –incluida dentro de este concepto la publicación de libros– cuyo rechazo, por parte de la población, lo obligó a abandonar el cargo. Lo demás que recuerdo del libro en el que leí esto era una breve especulación sobre lo diferente que pudo haber sido la historia si toda la nación alemana se hubiera mostrado siempre tan firme en la defensa de las libertades indispensables para el florecimiento de la cultura.
Transcurrieron casi 13 años entre la fecha de la renuncia del primer nazi que ocupó en Alemania un ministerio –de Cultura, repito– y aquella de 1942, en la que el gran pensador de habla alemana Stefan Zweig murió en Brasil, país donde se había refugiado. Zweig, al igual que otros intelectuales de la época, recurrió al suicidio al creer que la civilización y la cultura europeas habían muerto. Solo puedo pensar que si, en 1929, una periodista alemana o austríaca hubiera predicho la catástrofe política y cultural que 13 años después sumiría a Stefan Zweig en la desesperanza, la habrían considerado loca o, cuando menos, exagerada. Y, sin duda, esta Casandra del siglo XX habría confirmado más tarde su capacidad predictiva muriendo ella misma en la horca o en una cámara de gas.
Me motivaron a escribir este comentario, dos textos informativos leídos en estos días. El primero, publicado en la red, es un llamado a reprimir la libertad académica. “Restauremos la universidad pública”, escriben los convocantes y, con ello, nos recordaron que restaurar es sinónimo de rehabilitar y que, en norma totalitaria, se rehabilita a los disidentes porque se les considera perturbados. El otro texto, publicado en La Nación, es la entrevista al cantante que, supuestamente, prepara el plan de cultura del PRN. Las opiniones del asesor cultural de Fabricio Alvarado nos remiten a la lobreguez alemana de 1929.
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