SEÚL– La paz no es un estado de tranquilidad, solo se puede alcanzar a través del diálogo y numerosos encuentros, de acciones audaces que hacen posible lo imposible y de la continua búsqueda de razones para preferirla.
Me gustan los bosques, si los miran atentamente, descubrirán que están continuamente en movimiento: las hojas llevan a cabo la fotosíntesis, las hormigas marchan en fila india transportando alimentos y las tensiones entre los animales de caza y los depredadores son siempre intensas. Los bosques son pacíficos porque una miríada de actores interconectados depende unos de otros, incluso mientras compiten.
Mahatma Gandhi dijo que “no existe un camino hacia la paz, sino que la paz es el camino”. Como sugieren sus palabras, la paz tiene que ver con expresar vehementemente y con confianza nuestras opiniones, albergando aspiraciones. También surge mientras expresamos opiniones de acuerdo y desacuerdo, y no puede ser lograda por ninguna persona por sí sola. Pensemos en un partido de fútbol: sin importar cuánto alentemos a nuestro equipo, el partido nunca comenzará a menos que también reconozcamos al oponente. Hay paz en el alboroto de un estadio de fútbol.
Creo que la paz comienza en el momento en que pronunciamos las palabras “creemos paz”. Sería deseable que la paz se pudiera crear con la espera paciente y silenciosa, pero no llegará si no actuamos. La posibilidad de una guerra en la península de Corea fue una preocupación real hasta finales del 2017. Sin embargo, los coreanos deseaban la paz, por lo que envié a Corea del Norte un mensaje de paz desde Berlín. El Norte respondió positivamente y participó en los Juegos Olímpicos de Invierno del 2018, en Pyeongchang, lo que abrió la puerta a múltiples cumbres intercoreanas, y entre Estados Unidos y Corea del Norte.
La península está transitando los mayores esfuerzos por la paz. Aunque no haya avances visibles, la tendencia hacia la paz fluye vigorosamente bajo la superficie. No se deja una sola pistola en el área de seguridad conjunta y las excavaciones para encontrar los restos de quienes murieron en la guerra comenzaron después de que se desmantelaron los puestos de guardia en la zona desmilitarizada (ZD). La paz, entonces, avanza lentamente.
Sin embargo, hacen falta más acciones para lograr la paz en la península coreana. Los asuntos del armamento nuclear y los misiles de Corea del Norte aún no se han resuelto y el Norte se muestra cauteloso en cuanto a su participación irrestricta. Tanto Corea del Norte como EE. UU. exigen que sea el otro quien dé el primer paso. Si el Norte continúa llevando a cabo sinceramente su desarme nuclear, la comunidad internacional debe mostrar esfuerzos proporcionales. Afortunadamente, la confianza que comparten los líderes de EE. UU. y Corea del Norte se mantiene intacta y su compromiso con el diálogo no ha cambiado. Es hora de actuar para responder a las acciones, y la comunidad internacional debe sumarse a estos esfuerzos.
En la última Asamblea General de las Naciones Unidas declaré tres principios para la paz en la península coreana: cero tolerancia a la guerra, garantía mutua de seguridad y coprosperidad.
Con base en esos principios, y ante la comunidad internacional, propuse transformar la ZD del corazón de la península coreana en una zona internacional de paz. La ZD es un enorme espacio verde que se extiende a lo largo de 250 kilómetros de este a oeste, y por 4 de norte a sur. Este espacio trágico —engendrado por 70 años de confrontación militar— se ha convertido, paradójicamente, en un prístino tesoro ecológico. También se convirtió en un espacio simbólico de gran riqueza histórica, que comprende tanto el ansia de paz como la tragedia de la división encarnada por el área de seguridad conjunta, los puestos de guardia y las alambradas.
Creo que si la comunidad internacional retira conjuntamente las 380.000 minas enterradas en la ZD, y la ONU y otras organizaciones internacionales abren oficinas en la zona, estos pasos pueden desempeñar el papel de una garantía de seguridad en la península coreana. Transformar así la ZD garantizaría institucional y realísticamente la seguridad de Corea del Norte, al tiempo que proporcionaría paz permanente a Corea del Sur. Sería una oportunidad para establecer un régimen de paz sustancial y lograr el desarme nuclear de la península coreana.
Corea sueña con convertirse en una nación unificadora. Geopolíticamente, es el único país del mundo rodeado por cuatro grandes potencias. En el pasado, la península era considerada como la periferia, tanto del continente como del océano y, a veces, se la redujo a ser el ruedo donde competían las potencias del mundo. Esa fue la dolorosa historia que experimentó Corea. Pero si la península logra la paz, Corea estaría en condiciones de conectar al continente y el océano, y liderar los esfuerzos para establecer un orden pacífico y próspero en el noreste asiático. Si la península coreana funciona como fuerza unificadora, nos beneficiaría a nosotros, al noreste asiático y a la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean, por sus siglas en inglés), así como al orden de la paz mundial.
En este papel unificador, Corea procura crear una comunidad centrada en las personas, de paz y prosperidad mutua. La Nueva Política del Norte es testimonio de las aspiraciones continentales coreanas. Corea busca ampliar las bases de la cooperación para incluir no solo a China y Rusia, sino también a Asia central y Europa, y establecer pilares para la cooperación multilateral y la seguridad a lo largo de la Iniciativa para la Comunidad Ferroviaria de Asia del Este. La nueva Política para el Sur de Corea, mientras tanto, da fe de su ambición marítima. Esto ayudará a elevar las relaciones de Corea con la Asean y la India al mismo nivel de las que tiene con las grandes potencias que rodean la península y a desarrollar una asociación cooperativa de prosperidad común con ellas.
A través de la paz, Corea pretende transitar la senda que, en última instancia, conducirá a una economía impulsada por la paz. Reconectar los ferrocarriles y las rutas cortados entre el norte y el sur es el primer paso para convertirse en una nación unificadora que lidere la paz y la prosperidad en el este de Asia. La economía de la paz creará un círculo virtuoso en que ambas Coreas podrán prosperar conjuntamente a través de la cooperación económica con los países que las rodean, marcando el comienzo de una era en que la división ya no impida la paz y la prosperidad, lo que a su vez consolidará la paz.
Corea se ha beneficiado inmensamente gracias a la comunidad internacional. Fue liberada del dominio colonial en el mismo año en que se fundó la ONU y pudo superar luego los saqueos de la guerra con ayuda de las Naciones Unidas y la comunidad internacional. Ahora Corea busca contribuir a la paz y la prosperidad internacionales, con un sentido de responsabilidad acorde con su desarrollo. La economía de la paz acelerará el sueño de la humanidad de un mundo en que todos prosperemos juntos.
Independientemente de cuán intenso sea el deseo de paz, Corea no puede lanzarse a la carrera sola. Tiene contrapartes y debe actuar dentro del orden internacional. Las negociaciones operativas y una tercera cumbre entre Corea del Norte y EE. UU. serían la coyuntura más crítica en todo este proceso para lograr el desarme nuclear y establecer la paz en la península. El apoyo de la comunidad internacional y las acciones concertadas son más necesarias que nunca. La ola de paz que comenzó en los Juegos Olímpicos de Invierno en Pyeongchang fluirá tenazmente en los Juegos Olímpicos de Verano de Tokio en este 2020 y en los de Invierno en Pekín en el 2022. Además, ambas Coreas han acordado cooperar en una postulación conjunta para ser anfitrionas de los Juegos Olímpicos de Verano en el 2032. Solicito entonces a la comunidad internacional su apoyo en esta cuestión.
Confío en que, si el diálogo y las acciones equivalentes se mantienen, necesitaremos cada vez más a los demás y finalmente llegará la paz. Espero que hablemos más a menudo de la paz, promover nuestras respectivas ideas y tomar diversas acciones mientras avanzamos ininterrumpidamente hacia ella. Espero también que la comunidad internacional se una y ofrezca consejos hasta que la península coreana, en paz, se saque de encima los infortunios engendrados por la división y el conflicto, y brinde a la humanidad un nuevo faro de esperanza.
El autor es presidente de Corea del Sur.