Se nos acabó el 2023. Costa Rica termina un año a lo largo del cual el periodismo independiente desempeñó un papel crucial para informar a los ciudadanos aquello que quienes ostentan el poder político intentan maquillar y hasta ocultar.
Ha sido un año en el cual la prensa no oficialista, la que no se alinea por más fuertes que sean las presiones, reveló que hay un plan, una estrategia, para poner a los medios de comunicación a ejercitar un periodismo de relaciones públicas a través de la millonaria pauta estatal que pretende manejar la Casa Presidencial.
Fue un año en que se confirmó que la cacareada “democratización de la pauta” era una ocurrencia para que a los ciudadanos les sonara a algo democrático, aunque lo real es que la “democratización de la pauta es para que hablen bien de Rodrigo Chaves”, como afirmó la exministra de Comunicación Patricia Navarro ante los diputados.
En ese alineamiento, son varios los empresarios, medios y periodistas que optaron por convertirse en reproductores del mensaje del gobierno, a sabiendas de que atentan contra los principios éticos y contra la misma democracia, pues su complicidad impide a los ciudadanos informarse sobre cómo realmente se maneja el poder.
De no haber sido por el periodismo independiente, usted nunca habría conocido que, desde el origen, el contrato de una “consultoría de comunicación” por $405.000 tenía nombres y apellidos, o que quien redactó los requisitos de la licitación fue el que resultó ganador.
De no ser por periodistas independientes, tampoco se habría enterado del proceso poco transparente para dar a Radiográfica Costarricense (Racsa) el contrato de escáneres de drogas en puertos y fronteras; menos, que el socio que buscó Racsa para operar los aparatos llegó debido a un contacto de un exjerarca vinculado a un sospechoso de exportar cocaína líquida, conocido como caso Corona.
Gracias al periodismo no oficialista, usted escuchó los audios de la presidencia, que evidencian cuán canalla es el trato entre quienes conforman la cúpula del gobierno. Sin duda, el periodismo y los periodistas independientes, y La Nación, cumplieron su responsabilidad de encender la luz en el cuarto oscuro del gobierno.
amayorga@nacion.com
El autor es jefe de Redacción de La Nación.
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