:quality(70)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gruponacion/SR2VBP6QORCP5B4KL233GYLWZ4.jpg)
Dina Boluarte es la nueva presidenta de Perú. (CRIS BOURONCLE/AFP)
La intentona de golpe de Estado en Perú, por el hoy expresidente Pedro Castillo, fue la última medida desesperada de una administración que no superó los 500 días, período plagado de acciones incompetentes, decenas de cambios ministeriales y, sobre todo, de actos de corrupción, un cáncer que corroe a ese país y tiene en su más reciente historial a siete expresidentes con cargos, condenas y hasta un suicidio, la mayoría relacionados con la firma Odebrecht.
Un día histórico para el Perú, en lo positivo, el intento de golpe no pasó a más, pues el Congreso no permitió la disolución ordenada por ser inconstitucional y, actuando de manera contundente, procedió a constituirse en pleno y votar por la vacancia del presidente con 101 votos a favor, superando con creces los 87 necesarios.
La salida del presidente se da según el inciso 2 del artículo 113 de la Constitución, haciéndolo responsable de actuar “de manera permanente con incapacidad moral”, lo que desnuda la gravedad de las actuaciones gubernamentales.
En la votación de vacancia y las horas que siguieron, destacaron en la sede del Congreso las imágenes de miembros del Ejército, institución que en el pasado latinoamericano fue causa de rupturas constitucionales, pero que esta semana en Perú, acertadamente, cerró filas con el cumplimiento constitucional.
Ante lo acontecido se dio la detención del expresidente Castillo y la formal juramentación de la primera vicepresidenta, Dina Boluarte, como cabeza del gobierno en acatamiento a la línea de sucesión establecida en el artículo 115 de la Constitución peruana.
A la primera presidenta del Perú, la labor por delante no le será fácil en un país totalmente polarizado y desencantado con la política, en el que la corrupción se ha entronizado y hereda problemas históricos de gobernabilidad. Llegar con poca historia partidaria es un reto, pero también una oportunidad para hacer un gobierno nacional. Le deseo fortaleza y sabiduría para lo que viene.
Lo sucedido también toca de cerca a la Organización de los Estados Americanos y el intento de una mala utilización de la Carta Democrática Interamericana por el hoy expresidente; ojalá ante lo sucedido en la región se dé un llamado a repensar cómo darle una mayor eficacia a este instrumento.
La autora es politóloga.