No hay que confundirse: The Wire no es una serie sobre policías y ladrones.
En el acervo televisivo que se ha parido desde el nuevo siglo, ha habido abundancia de series que se han volcado por encontrar público a través de secuencias de acción y villanos súper poderosos. The Wire no necesitó hacer nada de eso. Hace 20 años estrenó su piloto en HBO, uno que con poco hizo mucho.
El detective McNulty, uno de los más grandiosos y contradictorios personajes de la tevé, aparece sentado al borde de un caño en los primeros segundos de vida de la serie.
Desde allí conversa con un muchacho que conoce la calle y, sin moralismos, hablan de un homicidio. Desde esa primera escena deja se dejan claras las intenciones de la serie: la acción está en el piso, en estar sentado en una grada al lado de un homicidio. The Wire va sobre posarse y ver el mundo desde la parte más sucia de la acera y hoy, dos décadas después, se alaba esa decisión.
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Rompedor y atrevido
The Wire es una serie parida en el 2002 y, aunque ya se contemplaban esos años como parte de una era dorada de la televisión, su propuesta es muy diferente a los estándares actuales, especialmente con respecto al espectáculo visual televisivo al que nos hemos acostumbrado en la última década.
Basta ver el despliegue visual que dejan historias como Game of Thrones, Euphoria, His Dark Materials y otras producciones de HBO, que han procurado acercar visualmente más a la televisión con la concepción contemporánea de que el cine es el movimiento de cámara y la estilización de cada plano.
Pero The Wire encuentra sus grandes recursos en lo mínimo: en saber cuándo hacer un contraplano, en dejar a un personaje en un plano sostenido en la soledad de su habitación (vital para el increíble antagonista Stringer Bell) y en declarar que la justicia es un terreno en escala de grises.
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Es difícil elegir, incluso, en cuál de sus cinco grandes temporadas logra su punto más alto. La primera, que sitúa al grupo de investigadores en el corazón de Baltimore, sirve para dar a conocer el universo criminal, pero especialmente cómo muchos de los victimarios también son víctimas de la sociedad con la que les tocó lidiar.
En la segunda temporada, en la costa, la producción entra en el terreno de la mafia familiar y de cómo muchos prefieren el poder por encima del dinero, aunque parezca sorprendente.
La tercera entrega de capítulos es una con ritmo infernal: su drama es acelerado para describir el frenesí que involucra la política en el juego de Baltimore, donde todo está conectado, así como para darle cierre a uno de los arcos principales de la historia.
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Aún con ese arco finalizado aparece la cuarta temporada, la preferida para quien escribe estas líneas, porque describe la paulatina corrupción que provoca el sistema incluso desde dentro del sistema educativo. Los jóvenes que aparecen, lejos de moralinas, ofrecen retratos dolorosos e inolvidables.
Finalmente, la serie acaba con el gremio periodístico, enrumbando la historia hacia un final redondo, que acaba en una secuencia de montaje en la que McNulty termina viendo la ciudad con una conclusión contundente: The Wire nos habla de que el sistema está creado para que no se pueda salir de él.
Y es un riesgo que la producción asume, porque si se ingresa hoy a la serie tras el imperio creado por franquicias como CSI, uno podría atemorizarse de que se trate de una serie más con episodios puramente autoconclusivos, en que los detectives se enfrentan, el 95% de las veces, en resolver un caso a la vez.
Pero en cada escena, en cada muestra de los personajes de The Wire, entendemos que aquí no hay un todopoderoso Horacio Caine al que se le dejará todo servido para que tires frases petulantes, ni tampoco un clímax que simplemente se base en la persecución del criminal en medio de calles transitadas.
The Wire, con su propio halo nihilista, se separa de este espectro de tevé fácil. Aunque uno quede con un hueco en el estómago al final de cada temporada, sabe que mucho de lo que ve en pantalla le susurra al oído porque, al igual que McNulty y el resto de personajes inolvidables, somos parte de una red más grande de lo que imaginamos.
Puede ver las cinco temporadas completas de The Wire en HBO MAX.