Bernal Mora describe aquellos días como si hubiesen sido ayer, aunque ya pasaron tres decenios.
Él tenía solo cuatro años de haber ingresado a laborar como custodio en el sistema penitenciario, cuando le ordenaron vigilar el ámbito de Máxima Seguridad en La Reforma.
“Es un ambiente fuerte, donde todos los días el privado de libertad está amenazando. Que si usted duró cinco minutos más de la hora en que tenía que sacarlo al teléfono ya es un problema serio, porque quizá ellos tenían familiares esperando la llamada”, narró el oficial, quien ahora es jefe de la Unidad de Inteligencia de Adaptación Social.
Posteriormente, le encargaron la seguridad del ámbito de mediana cerrada.
“Ahí ocurrió un homicidio que siempre me ha marcado. Cuando llegamos a la celda, el privado de libertad estaba con la boca abierta, y de la boca le empezó a emanar un olor como a azufre, algo extraño. (...) Nunca lo olvido”, relató.
“Uno empieza a convivir con eso y se hace frío”, asegura Mora.
Cuenta que, para contrarrestar el estrés de convivir con una población violenta, trata de hacer ejercicio y de olvidarse del trabajo cuando está en sus días libres.
Mas no todos lo logran y le ha tocado ver cómo varios de sus compañeros no pueden sobrellevar el ambiente de una prisión.
“Puedo contar a unos 12 ó 13 compañeros que resultaron con problemas mentales. (...) De un pronto a otro, uno los veía haciendo cosas raras, como poniéndose en la cabeza una cazuela de freír arroz”.
“El peligro es que hay contacto directo con los privados. Hay mucha tentación porque ahí todo es barato, es como un mercado de pulgas; entonces, algún oficial puede caer en el riesgo de hacer ciertos tratos con los reos”, advirtió Mora.
Cuidados. Denia Núñez, psicóloga clínica de Adaptación Social, detalló que el estrés por el tipo de trabajo genera cuadros de ansiedad y depresión en algunos oficiales.
“En general, las tareas en un centro penitenciario son riesgosas; pero ellos (la policía) son los que tienen contacto directo con los privados de libertad”, dijo Núñez.
“En muchos casos, tenemos que recomendar que, por un período, la persona sea ubicada en funciones que no impliquen portar armas, por la conducta emocional que presenta”, explicó la especialista.
Por eso, según afirmó, todos los funcionarios tienen permiso para ir a consulta psicológica en cualquier momento.
“Es que, además, trabajar de día y luego de noche también genera trastornos de sueño”, agregó Núñez.
Asimismo, la funcionaria resaltó que muchos custodios desarrollan una gran capacidad para dialogar con los reos, lo cual les permite un mejor manejo de la prisión. “Esa habilidad puede resultar su mejor arma”, opinó.