Lu Celania Sierra nació sin el gen del miedo. Si ella entra en una habitación, la gente lo sabrá. Y ella nunca tiene temor de ser vista. Se ve como una gacela achocolatada de mirada penetrante, que deja bocas abiertas en su camino hacia el éxito. Parece capaz de lograrlo todo con una sonrisa o con la frase indicada.
Lu es pura actitud y emana confianza en cada paso. Con su metro ochenta de altura y esa determinación, se ha mantenido vigente en la industria del modelaje y de los concursos de belleza por más de tres décadas.
Esta estadounidense con orígenes latinos sigue modelando a sus 52 años y es coach de vida para modelos y aspirantes a la corona de Miss Universo, contratada por el mismo Donald Trump.
Musa para diseñadores como Givenchy, Oscar de la Renta, Giorgio Armani e Yves Saint Laurent, Sierra trabaja como modelo para la agencia Elite Model Management en Nueva York, una de las más prestigiosas del mundo y aún después de celebrar media década de vida, su nombre sigue resonando como uno de los más importantes en el mundo de la moda.
Verla entrenar a una chica que sueña con ser modelo o ganar una corona es un deleite absoluto. Con palabras firmes y actitud de ganadora, Sierra vigila cada paso, cada sonrisa y cada mirada de sus alumnas. Construye su confianza bloque por bloque y lo hace con sumo cuidado, pues no las entrena para un concurso de belleza; las entrena para la vida.
Confiesa que era parte de quienes se burlan de los certámenes de belleza antes de conocerlos a fondo.
"Descubrí es que un certamen puede ser toda una experiencia de vida en un tiempo muy corto. Una chica necesita confianza para estar en traje de baño sobre un escenario. Ella debe prepararse para ese momento durante toda su vida. Es como guardar un poquito de dinero cada día para poder comprar una casa. Los concursos pueden enseñar que no todos en el mundo son buenas personas, pero uno no deja que esas personas que no son tan buenas, le quiten un sueño", explicó la top model.
Para ella, concursar por una corona ayuda a planear, a construir confianza y ayuda con situaciones de la vida real.
Adicta al trabajo, Lu tiene una rutina mañanera bien definida, sin importar en qué parte del orbe se encuentre. Se levanta a las 4:30 de la mañana, va al gimnasio, se comunica con su madre, reza, contesta correos y hace listas de cosas por alcanzar ese día. Extremadamente organizada, Lu no se separa de su libreta de apuntes, repleta de listas de quehaceres. Nunca para y asegura que es lo que la mantiene joven y apasionada.
Inicio incierto
Desde que estaba en la escuela, la pequeña Lu montaba un fashion show en la sala de su casa.
"Mi padre era un hombre latino muy trabajador. No hablaba ni escribía inglés cuando se casó con mi madre. Él cortaba zacate y trabajaba en construcción. Venía a casa tan cansado, pero no le importaba. Me dejaba modelar toda la ropa que iba a llevar a la escuela. Cada media con cada blusa y cada falda, mil veces y de todos los ángulos. Yo podía pasar en eso dos horas y mi papá, cansado, me vería con una sonrisa. Siempre decía que debía alentar mi pasión", contó Sierra.
La experta en modelaje confiesa que la aceptación de su padre durante la infancia ha calado en cada aspecto de lo que enseña a las chicas que buscan aprender de ella.
"Le digo a los padres de las chicas que estudian conmigo que hay que alentar su pasión. Quizá no sea lo suficientemente alta para modelar, pero puede hacer styling o maquillaje o fotografía. Puede estar presente en este mundo que la apasiona. Si la pasión existe, el dinero vendrá porque la persona es buena en lo que le apasiona. No es su pasión, es la pasión de su hijo o hija", aseguró.
Ese entusiasmo fue motor para Lu, pues cuenta que abrirse paso en el competitivo mundo de la moda no le resultó nada sencillo. Aguerrida y perseverante, Lu dejó la casa de sus padres al cumplir la mayoría de edad para buscar suerte en Nueva York. Recibió incontables no de todas las agencias; así que se inventó una estrategia.
Ocurrente, se paraba a diario en la misma calle desde las 7 a. m. y buscaba a chicas que lucieran como modelos entre los apresurados neoyorquinos. Cuando identificaba a alguna, la seguía a su casting para probar suerte y se ofrecía a cobrar la mitad de lo que pedían las otras modelos con tal de obtener el trabajo.
Así, topó con un diseñador incipiente que estaba buscando caras nuevas para montar un pequeño show. Dijo que no podía pagarle, pero dijo que desfilaría frente a gente importante.
En esa, su primera pasarela en Nueva York, Lu se enredó con una pieza de ropa y cayó al suelo. Allí confirmó que el gen del miedo no era parte de ella. Tendida en el suelo, posó para las fotos y se robó el show, sin entrar en pánico. Así la descubrió la presidente de Zolie, la primera agencia de modelos que la enlistó en sus filas.
Bajo las luces
Su paso por Zolie acabó pronto pues asegura que no querían verla crecer y por eso ahorró lo suficiente para conquistar las pasarelas de París.
La primera agencia que visitó fue Marilyn Gaultier. Allí escuchó: "Me gustas, pero eres gorda y no tienes fotos buenas". Con esas palabras la recibió París, pero con su carisma Lu lo revirtió todo.
Perfil: ¿Cómo se abrió paso en París sin conocer a nadie?
Lu: El primer casting que hice en París fue para Pierre Balmain. Entré y todas las modelos negras famosas estaban ahí. Por un minuto mi corazón se detuvo. Estaba Katoucha (Niane), Billie Blair, Pat Cleveland... Yo las conocía a todas. Afortunadamente, mi cerebro se iluminó y pensé: ellas están en esta habitación y yo también, ellas no tienen este trabajo y yo tampoco, ellas pueden obtener este trabajo y yo también.
"Cuando fue mi turno, me pidieron mi portafolio y yo dije que no lo tenía conmigo porque estaba en la Vogue de Francia, porque estaban pensando en usarme para una portada. Todas las modelos me miraron, porque sabían que si Vogue quisiera a una chica negra, ellas lo sabrían. Fue mi pase para que me dejaran probarme un vestido y ahí fue cuando mi vida dio un giro. Me di cuenta de que ya no veía a las modelos de la habitación, ya era una de ellas", contó.
P: Se dice que Lu Sierra fue una inspiración muy importante para el diseñador Hubert de Givenchy...
L: Sí, el señor Givenchy. Había una modelo, cuyo nombre no voy a mencionar, que me odiaba. Nos parecíamos mucho y eso nos enloquecía, parecíamos gemelas y muy a menudo los castings estaban entre ella y yo. Estábamos ahí de pie, y el señor Givenchy salió, nos miró a ambas y dijo que no sabía qué hacer. Yo comencé a reír y le dije: "Lo sé señor, todos tienen este mismo problema con nosotras". Y él me escogió porque lo hice reír.
"En un momento de mi carrera, estaba en París. El señor Givenchy estaba terminando un vestido que yo tenía puesto y Audrey Hepburn entró a la sala y se sentó a tomar el té con él. Comencé a llorar. Él me miró y me preguntó que si algo estaba mal. Yo le dije: "Disculpe, monsieur, estoy en Paris, vistiendo un Givenchy que está terminando sobre mi cuerpo y Audrey Hepburn está tomando el té. Este es el sueño de toda niña y me está ocurriendo. Todos tenemos ese momento en la vida en el que nos damos cuenta de que lo hicimos. Ya no estoy tratando, lo hice".
P: ¿Por qué eligió el modelaje por encima de la actuación?
L: Mi altura fue un problema. Un director muy famoso me llevó a cenar después de una audición y me dijo que era tan buena que debería ser famosa como actriz, pero que era demasiado alta. Me dijo que nunca tendrían a una mujer negra de mi estatura, con tacones, como la estrella de una película. Sería la prostituta, la amiga, pero nunca la protagonista porque la gente de la película que estaba a mi alrededor debía ser más alta. Yo nunca lo había visto así: si tienes mi cara en tacones de aguja, es como si nadie más existiera.
Ahora pienso que es muy especial que Dios me diera un trabajo donde debo decirle a algunas personas que son muy bajas para cumplir su sueño de modelaje. Yo pasé por ese dolor, ese dolor de darme cuenta de que era demasiado alta para cumplir mi sueño.
P: ¿Cómo se convirtió en coach de modelos?
L: Comenzó con una de mis muy buenas amigas de la agencia hace unos 10 años. Ella no estaba logrando los trabajos. Obtenía los call backs, los diseñadores querían verla porque es hermosa, pero cuando la tenían en persona y la veían caminar, decían "no gracias". Ella me pidió que le ayudara. Cuando la guié, comenzó a conseguir trabajos. Nuestra agencia lo notó y me pidió que ayudara a las chicas nuevas. El único problema es que ellas trabajarían en contra de mi; serían mi competencia. No me importó.
"Yo puedo enseñarles a modelar todo el día, pero nunca caminarán como yo. Cada persona tiene su propia energía. Yo puedo enseñarles a todos lo mismo, pero lo harán a su manera".
Así fue como la organización de Miss Universo me llamó y el Sr. Donald Trump me entrevistó, nueve años atrás, y me dijo que necesitaba a alguien que pudiera hacer que las concursantes se vieran como modelos. Yo acepté.
P: ¿Qué es lo más importante que una chica debe tener para lograrlo en el mundo del modelaje o en el de los concursos de belleza?
L: Son muy diferentes. Si eres modelo; debes conocer a tu cliente. Debes estar dispuesta a ponerte lo que sea porque tu trabajo es vender el producto, no verte bonita.
Por otro lado, cuando estoy en Miss Universo, hay muchas chicas pequeñas con personalidades grandes. La mitad de ellas no me escucharán. Mi trabajo no es hacer a una de las chicas verse bien. Yo no sé quién quedará en el top. Mi trabajo es ayudar a que todas las chicas se vean bien y que el show de tv se vea bien. La niña pequeña no lo entendería, solo lo entendería la mujer. La mujer es a la que ayudo en Miss Universo.
P: Kendall Jenner es la tapa de la revista Vogue en Nueva York este mes y usted la entrenó. ¿Cuánto de Lu hay en ella?
L: Trabajé con ella y me siento muy orgullosa de lo que ha logrado. Ella rechazó un show televisivo para realmente concentrarse en su carrera y además, es una excelente modelo. Muchos la han criticado pues dicen que está donde está porque su nombre tiene el peso de Kardashian y Jenner, pero ella es tan buena modelo que de todas maneras lo habría logrado. Si tu familia es famosa, eso no quiere decir que no puedes seguir tu sueño, eso es una locura.
P: ¿Cómo ha logrado mantenerse importante en la industria durante todos estos años?
Lu: Sé que esto puede sonar extraño, pero todo es Dios, porque realmente no lo sé. Me encantaría decirte cómo... Pero solo he seguido mi pasión y así la gente ve mi relevancia. Yo me mantengo joven porque me rodeo de gente joven. Fui bendecida con no tener el gen del miedo. Mucha gente no tiene éxito porque le tiene miedo al éxito. Yo iría a cualquier parte del mundo, trabajaría, me pondría cualquier cosa, le hablo a todos, los respeto a todos y lo más importante: amo lo que hago.
P: Además de su empresa de coaching, desarrolló el app Modelversity. ¿Cómo le está yendo a la Lu empresaria?
L: Estoy muy emocionada. Le está yendo muy, muy bien. Tenemos un plan en tres etapas. El app fue la primera. En enero del próximo año convertiré a mis alumnas en coaches. Certificaré a nuevas entrenadoras y tendrán mi sello de calidad para que más chicas puedan tener la oportunidad de dejarse ayudar. Tenemos una tercera etapa, de la que aún no puedo hablar. Pero involucra tecnología para el futuro y estoy realmente emocionada. Uno siempre debe pensar en el futuro, nunca hay que estar demasiado feliz con lo que se tiene en este momento.
Me encanta que en un solo mes estoy haciendo las coreografías de un fashion show, viajando a China, montándome a un avión a Costa Rica para tener esta entrevista con ustedes, trabajo con la Academia de Miss Universo, le ayudo a chicas a elevar su autoestima. Amo poder hacerlo todo.
P: ¿Qué es lo que cambia en las chicas que entrenan con Lu Sierra?
L: Dos cosas. Primero, no lo veo como un entrenamiento de modelos, es un entrenamiento para la vida. Les doy herramientas que les ayudarán todos los días. Les doy a las chicas las habilidades que les servirán en una entrevista de trabajo, en sus relaciones de pareja, etc. Uno debe proyectar seguridad porque de otra forma, las personas te van a pisotear.
Lo segundo: amo cuando una chica lo entiende. Cuando ha estado hambrienta por alguien como yo, alguien que les diga exactamente cómo se hacen las cosas y lo sabe aprovechar.
Work it!
"Las manos van en la cintura, jamás en la cadera. Queremos alargar la pierna", "el giro que vas a hacer debe hacer que el vestido luzca espectacular" y "cómetelos vivos con ese modo de caminar"... Frases como estas se escucharon durante un sábado entero en la academia de modelos Imagination, de la ex Miss Costa Rica Karina Ramos.
Lu escupía una frase poderosa tras otra y las chicas que recibieron este coaching parecían no querer perderse palabra, absorbiendo todo como pequeñas esponjas.
La emoción se apoderó del ambiente en mayor proporción durante la tarde, pues dos afortunadas aspirantes a la corona la tuvieron en una habitación solo para ellas, para impregnarse de ese conocimiento que solo alguien con tantos años en la industria como Lu les puede transmitir.
Mónica Zamora y Karla Quesada recibieron más de 4 horas de coaching exclusivo con Sierra donde aprendieron a caminar, a girar, a sonreír, a impactar al jurado e incluso a tener la actitud correcta al responder a las preguntas de los certámenes de belleza.
Ambas ticas aspiran a la corona de Miss Costa Rica y, con la guía inicial de Lu, esperan volver a topársela en Miss Universo.
Consejos vitales de Lu
Lu Sierra son 1.80 m de sabiduría. Hablar con ella es recibir consejos invaluables cada minuto. Les dejamos parte de su asesoría como coach de vida, para aplicar día a día.
- Nunca micro gestione. Contrate a gente que sea más inteligente que usted. Contrate a los mejores y no los frene: déjelos hacer su trabajo. Solo así crecerá.
- Rodéese de grupos de personas similares a usted, en los que cualquiera puede pagar por la cena.
- Viva hoy como si ninguno de sus amigos viviera, para que cuando sea vieja, pueda vivir cuando ninguno de sus amigos vive.
- En un concurso de belleza uno comprende que, si hay alguien a quien uno no le cae bien, esa persona no existe en mi mundo. Es bueno aprenderlo antes de que nos hagamos mayores, porque aplica para todo en la vida.
- Sea usted. Si no conoce su propio estilo, no tiene cómo destacar.