EscucharDurante la noche del jueves y la madrugada del viernes 3 de mayo, el volcán Poás mostró incandescencia en dos puntos del cráter y una columna de gases se dirigió hacia el mirador, en dirección sur y sureste. Como resultado, varios lugares en el Valle Central percibieron el olor a azufre. Además, en las primeras horas de la mañana, el viento cambió hacia el oeste, llevando consigo los gases y las partículas hacia las partes altas de Grecia y Zarcero, entre otros lugares.
Aunque parezca contradictorio, inducido por las primeras lluvias fuertes que cayeron esta semana, el miércoles pasado el volcán Poás empezó a expulsar cenizas finas con dirección hacia el este.
Según explicó Henriette Bakkar, geóloga del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), el agua llovida cae al suelo volcánico que está caliente y se forman burbujas que se evaporan, en ese proceso arrastra partículas que salen expulsadas con el vapor de agua, por eso la pluma se torna grisásea.
El miércoles 1.° de mayo, el centro de control del aeropuerto Juan Santamaría informó al Ovsicori sobre cenizas a una altitud entre 7.000 y 8000 pies, es decir, más de 2.400 metros sobre el nivel del mar. Ese día la cantidad de material en la pluma fue baja y por la dirección que tuvo no afectó la operación aeroportuaria, como había ocurrido semanas atrás. En la actualidad tampoco incide pues la columna está compuesta por vapor de agua, gases volcánicos y aerosoles, dándole un tono blanquecino.
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Este viernes, la empresa AERIS, encargada de la gestión de la terminal aérea, informó que no se ha registrado caída de ceniza en la pista ni en las áreas circundantes durante los últimos tres días, por lo que la operación del aeropuerto continúa con normalidad.
Afirman que el monitoreo es constante en colaboración con las autoridades, con el fin de informar sobre cualquier posible afectación a la operación del aeropuerto o de los vuelos, donde cada aerolínea puede tomar medidas en caso de detectar ceniza que pueda afectar las turbinas y otros dispositivos del avión.
Comportamiento reciente
Bakkar explicó que, desde que la actividad volcánica aumentó a principios de abril, se han registrado varios pulsos de emisión de ceniza en ese volcán, cuyo cráter se encuentra a 2.687 metros sobre el nivel del mar.
Entre el 28 de abril y el 1.° de mayo, el Poás emitió cenizas por la boca central del cráter como parte de un pulso que aún continúa, lo mismo que la incandescencia descubierta hace un mes y que revela temperaturas cercanas a los 300 °C. Bakkar explicó que en tres de los episodios analizados, la ceniza salió con más facilidad cuando el contenido de agua en los conductos se secaba.
Simultáneamente, los residentes de cantones en varios flancos del volcán Poás, como Grecia, San Ramón, Palmares, Sabana Redonda de Poás, Sarchí, Zarcero y algunos puntos del Valle Central, han reportado olor a azufre y, en algunos casos, una leve caída de ceniza.
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La boca central del cráter en el Poás está completamente seca, mientras que las primeras lluvias dejan unos charcos en la segunda boca que está más al norte. Foto: Cortesía de Geoffroy Avard, Ovsicori.
Se espera que en las proximas semanas el nivel del lago poco a poco se recupere, lo que podría dar lugar a más burbujas y erupciones de tipo géiser así como algunas freáticas un poco más fuertes, que sean detectadas por los instrumentos sísmicos y acústicos.
La erupción freática es la que ocurre cuando partículas de magma a temperaturas superiores a 600 Cº se ponen en contacto con el agua del suelo, la cual se evapora de golpe causando una explosión de vapor, agua, ceniza y piedras.
Por ahora, el volcán Poás sigue con una actividad cambiante y dinámica. Este viernes, el personal de Ovsicori encargado de medir los gases realizó una visita para recoger muestras con drones. Los vulcanólogos han encontrado, durante recientes visitas, bloques de varios centímetros en las terrazas cercanas al cráter. La vigilancia continúa, ya que en algún momento podría ocurrir una erupción que arroje esas pequeñas rocas hacia la zona del mirador.
Restricciones
El volcán permanece abierto a los turistas en grupos de 56 personas, quienes deben llevar casco, permanecer un máximo de 20 minutos en el mirador y seguir las indicaciones de los guardaparques que los acompañan.
Cuando la laguna tenga más agua, lo que podría tomar varios meses, aumentará la presión y, por lo tanto, se obstruirá la salida de gases a la atmósfera. Sin embargo, esta mayor presión podría provocar erupciones más energéticas.
Por ahora, el flujo de gases se mantiene estable. Solo se registró una anomalía aislada con alta concentración de dióxido de azufre el 28 de abril, pero luego disminuyó para dar paso a la emisión leve de ceniza.
El porcentaje de ceniza juvenil sigue siendo menor al 1%, lo que indica que no hay presencia notable de magma fresco. Los análisis muestran que se compone de material que proviene de las paredes de los conductos y de erupciones anteriores.
En el Parque Nacional se observa que la región suroeste y oeste tienen escasa vegetación. La lluvia ácida, es decir, el flujo de gases arrastrados por el viento que caen en la superficie, reacciona con la agua del rocío o con los aguaceros y quema la vegetación. A medida que avance la estación lluviosa en el Valle Central en las próximas semanas, este fenómeno podría intensificarse y afectar incluso algunos cultivos de café y hortalilzas, como ha ocurrido en otras ocasiones en las faldas del Poás.
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