Fútbol Nacional

Opinión: Una flor en el pantano

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Para comenzar la semana, una bella historia que les calentará el corazoncito.  Cuando, a los 19 años de edad, Darío fue encarcelado por enésima vez, no había aún jugado un solo partido de fútbol.  Allí, un funcionario de la prisión convenció al ladronzuelo para que utilizase su pasmosa capacidad de salto -que había depurado escalando paredes y escapando de la persecución de los policías- para superar por alto a los defensas en los campos de fútbol. “Jugué mi primer partido en la cárcel” -recordaba Darío-.








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