Heredia. Puede que no sea un equipo envolvente y que a veces sus resultados no vayan acorde con el talento que tiene, pero al Herediano que dejó huérfano Mario Sotela, aquel que aprendió a sobrevivir, nadie le puede cuestionar su enorme orgullo.
Tres goles en diez minutos, entre el 60’ y 70’, y tres más para consolidar a Yendrick Ruiz como uno de los artilleros del torneo, le dejaron claro a los rivales que al Team le basta poco para ganar los partidos necesarios.
Pese a que el inicio no fue optimista, Herediano tuvo la virtud de esperar y aprovecharse de un rival que asustó, solo eso.
El tanto de los lecheros le llegó de sorpresa tanto a estos como al local, que todo el primer tiempo tuvo la pelota, pero que nunca supo cómo anotar.
Solo dos desvíos de cabeza de Francisco Calvo, de muy buen salto, en tiros libres cobrados por Yosimar Arias, y un balón que se encontró Pablo Salazar cerca del marco, fueron las llegadas más recordadas.
Es curioso que a un equipo como el florense, con una planilla que sobrepasa hasta tres veces el talento de Uruguay, le cueste tanto tener el control.
Hombre por hombre este equipo es exquisito, tiene toque y velocidad, pero en conjunto es poco lo que suma, pues nadie toma la batuta de liderazgo necesaria para encausar las ganas.
Ante esta contradictoria situación deben aparecer hombres como Yendrick Ruiz, quien se cansa de chocar con los defensas y bajar pelotas al Mambo, al que le tienen más que medidos los enganches hacia adentro.
Dave Myrie es otro que se gana el salario con sus constates subidas y pulmones gigantes, mas esa no es la idea de un club que tiene definido quien debe llevar el balón, pero no aparece.
Si Yosimar hiciera su trabajo y le diera profundidad a la ofensiva, Herediano no sufriría tanto como lo hace, con algunos resultados buenos y otros malos.
De Uruguay, además de ese tanto que Randall Azofeifa puso “con la mano” junto al palo izquierdo, solo se puede decir que es un equipo escaso, al que no le queda otra que arañar sorpresas.
En el amanecer del complemento otra vez los charrúas volvieron a silenciar al Rosabal con una conquista de Jonathan Moya que parecía definitiva porque Herediano no respondía.
Pero con equipos de planillas tan extensas y excelsas es cuestión de una chispa para arrancar.
Un penal por mano en el área, cobrado por Ruiz , figura del juego, al 60’, fue suficiente para disparar el talento que, entonces sí, mostró el anfitrión.
Al 66’, Esteban Ramírez hizo el empate, al 70’, Pablo Salazar le dio vuelta al marcador, y, al 78’, Calvo extendió la goleada que cerró Ruiz con dos más, necesarios para dejar claro que el orgullo de un equipo sufrido no se toca.