El directivo número uno llegó a la sesión de junta directiva con un paquete de agujas nuevas que incluía varios tamaños y grosores; las puntas bien afiladas y, por supuesto, “Made in China”. “No me costaron casi nada, muy baratas, así que no deben ser muy buenas, pero son más que suficientes para el uso que vamos a darles”, dijo. Luego, tras fijar la mirada en un trofeo con el número 29, solicitó que constara en actas que él había cumplido con su tarea.
El directivo número dos se hizo presente con dos carruchas de hilo número diez: una roja, la otra negra. “Me aseguró la vendedora que son fibras resistentes, de alta calidad, por lo que creo que vamos a resolver nuestros problemas de una vez por todas”, declaró quien desapareció de los medios de comunicación de la noche a la mañana; de pronto ya no figura en las secciones deportivas de periódicos, emisoras de radio y televisoras, aunque sí en el WhatsApp. Finalmente sugirió guardar el hilo sobrante para crisis futuras.
El directivo número tres aportó un dedal, ese utensilio diminuto y metálico que se coloca sobre el extremo del dedo que se quiere proteger de punzaduras mientras se cose, una especie de casco para resguardar uñas y yemas. “Ya estamos demasiado punzados y picados como para agravar la situación”, manifestó mientras palabras como improvisación, ocurrencia, desesperación y precipitación revoloteaban en su mente.
El directivo número cuatro entregó, tal y como lo había ofrecido, un retazo rojo exactamente del mismo tipo de tela de las camisetas de los uniformes del equipo. “Apenas para disimular el vacío”, comentó. El directivo número cinco puso sobre la mesa un saldo de la misma calidad, solo que negro. “LDA”, expresó fiel a su hábito de hablar con siglas, que en este caso significa: Lo Debemos Ajustar. “Y hay que hacerlo bien para no incurrir en otra chambonada”, agregó.
El directivo número seis ofreció ir por la máquina de coser de la abuela: una Singer negra con letras y dibujos dorados de los años cincuenta. Moción rechazada pues ninguno de los directivos sabe utilizar ese equipo.
El directivo número siete dijo: “Señores, ya contamos con todo lo necesario para hacer nuevos remiendos, pegar parches, hacer desastres, perdón, de sastres. Por lo tanto, propongo poner manos a la obra”. Acuerdo unánime.