A inicios de 2006 la selección de Australia abandonó la Confederación de Fútbol de Oceanía porque, además de tener apenas medio boleto para el Mundial, no veía oportunidades para surgir.
Las goleadas estrepitosas que los endosaba a sus rivales –incluido el récord en partidos oficiales, 31-0 ante Samoa Americana– contrastaban con los traspiés que cosechaban en los repechajes.
Así que una vez que los australianos recayeron en Asia, la etiqueta de grande del área pasó a manos de Nueva Zelanda.
Con excepción de la Copa de Naciones de 2012, los All Whites se dejaron las mayores distinciones desde que se fueron sus vecinos.
En 2008 ganaron el torneo regional y un año más tarde se dejaron el derecho a pelear la repesca para Sudáfrica 2010 con el quinto de Asia, Bahréin.
En 2012, Nueva Caledonia los sorprendió al derrotarlos en semifinales de la Copa de Naciones, lo cual supuso un fracaso de dimensiones mayúsculas y un replanteamiento de lo que vendría para la última fase eliminatoria.
Finalmente, la selección de Tahití se llevó el certamen y su participación en la Copa Confederaciones pasada dejó en evidencia las limitaciones de una región completamente olvidada.
Nueva Zelanda intentará que el representante de Oceanía se meta en el Mundial mediante la repesca por tercera vez en la historia, tras el éxito propio en 2010 y el de Australia en 2006.