Editorial

Editorial: Control de lavado de activos

A falta de medios apropiados para trazar la ruta y origen de los recursos, una plaza financiera puede convertirse en cómodo medio para lavar dinero de origen dudoso. El peligro y las repercusiones de la falta de control hacen pensar que, si en esta materia hubiera que pecar, es mejor hacerlo por el lado del exceso de celo

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Las entidades financieras receptoras de depósitos y las que invierten recursos de personas físicas y jurídicas desempeñan una gran función social, pero están en mayor o menor grado expuestas a ser utilizadas como medios para legitimar fondos de dudosa procedencia. Por eso existe en todo el mundo legislación específica para prevenir el lavado de activos provenientes del narcotráfico, del delito o destinados al financiamiento del terrorismo. Como en la actualidad el sistema financiero mundial está altamente integrado —porque los pagos internacionales se llevan a cabo mediante unas pocas plataformas especializadas, como el Fedwire, operado por el Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos—, toda entidad financiera está llamada a ejercer la diligencia debida para conocer a sus clientes, el origen de los recursos financieros y los movimientos (en número y montos) típicos de su actividad.








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