EscucharEl cambio a una jornada voluntaria de cuatro días laborables y tres de descanso (4-3) debería ser, como mínimo, neutral en términos de costo para las empresas. Esperaría que, a estas alturas, un proyecto que resulte en menores remuneraciones laborales no prospere.
El beneficio para las empresas debe encontrarse en los aumentos en productividad de los empleados que trabajen cuatro días a la semana en lugar de cinco. Hoy, cada día laboral comienza y termina con un período de “arranque” y de “cierre” mucho más improductivo, que se reduciría con la jornada 4-3.
Con este proyecto, en términos compensatorios, el empleado no vería disminuidos sus ingresos si se le ajusta el salario para remediar la eliminación del pago de horas extras. Pero además, al viajar solo cuatro días a la semana al trabajo en lugar de cinco, el tiempo “invertido” en obtener su remuneración disminuiría. Por lo tanto, su compensación por hora “invertida” aumentaría y su remuneración semanal promedio por hora trabajada se mantendría igual.
Hice unos guarismos donde comparo los ingresos de un trabajador (los costos para un empleador) en una semana típica de 4 días con 12 horas diarias trabajadas (jornada semanal propuesta) contra una jornada semanal, también de 48 horas laborables (actual), pero de 5 días de 9,6 horas cada uno (8 horas sencillas y 1,6 extras).
Para que el proyecto obtenga “neutralidad pecuniaria”, el salario por hora del empleado debe aumentar un 8,33 %. En el cuadro, un salario hipotético de ¢5.000 por hora aumentaría a ¢5.417 para lograr esa neutralidad. Semanalmente, el empleado devengaría los mismos ¢260.000 actuales.
Este sistema traería beneficios para ambas partes. Como mencioné, el empleador gana en productividad del empleado, pues la tertulia matutina de cada día se reduciría a solo cuatro días y la media hora de cierre para recoger chunches al final de cada jornada también.
A su vez, el empleado obtendría beneficios porque malgastaría menos tiempo en solo ocho viajes semanales en transporte de ida y vuelta de la casa al trabajo, en lugar de 10, y el costo correspondiente disminuiría. Como vemos, esto implica un aumento del 2,8 % en la “remuneración” por hora invertida por el trabajador para obtener sus ingresos. Claramente, cuanto más tiempo dure el empleado en trasladarse al trabajo, mayor será el beneficio que obtendría de la 4-3.
El debate nacional podría ser más productivo si primero las diputadas se ponen de acuerdo en los números y dejan para después la discusión ideológica.
El autor es productor lechero.
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