Esta frase duele en el alma: “Los niños y adolescentes son los de más alto riesgo en este momento en cuanto a salud mental”. La advertencia proviene de Ingrid Arias Trejos, del Colegio de Profesionales en Psicología, en un reportaje publicado por La Nación, el domingo, sobre cómo los intentos de suicidio y la depresión atormentan a los jóvenes.
Los datos contenidos en el artículo de la periodista Irene Rodríguez asustan: los intentos de suicidio en personas de entre 10 y 14 años son 2,7 veces más frecuentes que en el resto de la población. Pero 3,7 más en jóvenes de 15 a 19.
Al desgranar las cifras, se producen 55 intentos por cada 100.000 habitantes. Al poner la lupa en los adolescentes de 10 a 14, la tasa sube a 144, y en los de 15 a 19, a 208.
Por sexo, las mujeres son más propensas. La tasa es de 75 por cada 100.000 habitantes, frente a 35 en hombres. Sin embargo, mueren más varones porque usan métodos definitivos, alertó Arias.
Sin duda, algo va mal en nuestra sociedad, y las redes sociales influyen. Cada día crece la obsesión en los jóvenes por retocar fotos, por usar filtros (inteligencia artificial) para “embellecerse”, por aparentar una perfección inexistente. El trastorno dismórfico corporal, enfermedad mental que exacerba los defectos de apariencia o los percibidos, gana espacio. Este mal desata ansiedad, alteraciones alimentarias, depresión e ideas suicidas.
Gerardo Zamora nos heredó una lección de vida en un video que dejó en TikTok: “Siempre, siempre hay que ver el vaso medio lleno. A mí no me falta un ojo. Yo tengo un ojo”. Así, mostró su predilección por lo esencial, que es la vida.
Y la actriz Sofía Chaverri, la querida Rosalinda, aportó a la causa en otro TikTok al presentarse con filtros, perfecta, y quitarlos súbitamente para mostrarse tal como es: “No podemos llegar al punto de no aceptarnos, de engañarnos”, dijo.
El meollo está en que cada uno conviva con su imperfecta belleza. El mensaje sobre la autoestima, de la que mucho se habla, comienza en la casa, en boca de los padres, y se refuerza en las aulas. Conversar en el hogar con los hijos, sin filtros, es primordial.
amayorga@nacion.com
El autor es jefe de Redacción de La Nación.
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