La semana entre el 16 y 22 de este mes fue un revelador microcosmos de la acción gubernamental alrededor de dos variables: la impericia sustantiva y la crispación corrosiva.
La impericia es no saber hacer; carecer de capacidad para generar buenos resultados desde la gobernanza democrática. Su riesgo para la sociedad es el retroceso; para el gobierno, el desencanto. La crispación surge de los ataques, el ruido y la confusión, con el propósito de imponerse a otros. Sus principales riesgos para la sociedad son la arbitrariedad y la polarización; para el gobierno, el hartazgo ciudadano que conduce al desdén.
¿Y qué sucedió la pasada semana? Al comenzar, el candidato del Ejecutivo a procurador general declinó su postulación, tras conocerse una serie de tuits racistas y homófobos divulgados meses atrás. Que sus impulsores no se percataran de ellos reveló una elemental impericia que, por supuesto, produjo crispación. Siguió la renuncia de la viróloga Eugenia Corrales al comité científico de Salud sobre infecciones respiratorias, con fuertes críticas al manejo técnico (impericia) y al irrespeto y los informes engañosos (crispación) de la ministra; luego, supimos que otros profesionales también habían abandonado el grupo.
Conocimos después que la Contraloría había anulado, por inconstitucional, el intento de donar bienes del Incofer a la Municipalidad de Limón, anunciado en agosto por el presidente (impericia). Su lenguaje marcial de entonces (“ordenar” e “instruir”, por ejemplo), estuvo orientado a la crispación.
Pero el paroxismo de ambas variables se produjo el jueves 19, con la conferencia de prensa de Hacienda sobre un presunto “megacaso” de evasión, que la Fiscalía ya había solicitado desestimar, y así lo había comunicado una semana atrás. Su blanco principal: un banco del que es socio el dueño de CRHoy, parte de la “prensa canalla”. Difícil no pensar en un intento de revancha y advertencia a terceros (crispación), pero se manejó tan mal (impericia) que la maniobra se derrumbó, aunque ahora quiera resucitarse (más crispación).
Tal acumulación de desaciertos debería conducir a un cambio de actitud. Ojalá se dé, pero lo veo difícil. Al contrario, hasta ahora, a cada nueva impericia revelada ha seguido mayor crispación fabricada. Entretanto, los retos nacionales se agolpan.
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