
Mientras su cuerpo estuvo a merced de los médicos, sobre la camilla de la sala de hemodinamia, Kalina Quirós Umaña se prometió salir de ahí, aunque la fuerza de su corazón quedara reducida a un 15%. Tenía que sobrevivir al infarto por ella, su esposo, Alex, y los dos hijos de ambos, Camilo (8 años) y Saúl (5 años).
A las 9 p. m. del miércoles 26 de octubre del 2022, esta atlética alajuelense de 40 años, ingresó a la Unidad Cardíaca del San Juan de Dios con un infarto que nunca esperó porque toda su vida, hasta ese momento, se había cuidado para no caer en esas estadísticas fatales.
Terminó con cinco stents (tubos de malla en las arterias) luego de cuatro horas en la sala de hemodinamia, donde sintió cómo ingresaba el balón temporal de contrapulsación que le permitió a su corazón volver a arrancar, porque se resistía a hacerlo.
Dos meses después, Kalina cumplió su promesa de salir con vida de la Unidad Coronaria, pero reconoce que ya no volverá a ser la misma: “Cuando ya no puedo respirar, el corazón me recuerda que debo tomar una pausa.
“No volveré a ser la Kalina de antes, ¡nunca más!, aunque quisiera. El corazón y el cuerpo ya no me dan”, relata desde su casa, en Alajuela, luego de regresar de su rutina de rehabilitación cardíaca, a la que debe someterse cuatro veces a la semana, dos horas, durante dos meses y medio.
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Kalina Quirós, quien es periodista de profesión, ingresó, sin buscarlo, en las estadísticas que hoy tienen preocupados a cardiólogos y hemodinamistas: se ha vuelto muy frecuente que personas jóvenes y deportistas como ella, ingresen con infartos a esos servicios.
Las causas detrás de esto son múltiples pero hay una que destaca entre todas: el estrés con el que las personas conviven diariamente.
Claro que tampoco dejan de hacerlo quienes compran todos los números de la rifa para que su corazón y su sistema cardiovascular enferme: las personas obesas y sedentarias.
Datos de los diferentes hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), muestran un crecimiento en el número de infartos atendidos entre el 2017 y el 2021. En ese periodo, se pasó de 2.599 egresos por infartos a 3.765. Por edad, este es el detalle:
Año | 20-44 años | 45 a 64 años | 65 años y más |
---|---|---|---|
2017 | 97 | 1.110 | 1.392 |
2021 | 186 | 1.543 | 2.036 |
“Hemos visto un fenómeno en los últimos años que nos tiene preocupados: la incidencia de infartos está siendo muy alta en personas entre los 30 y 60 años. Tenemos personas muy jóvenes que llegan acá y deben ser intervenidas urgentemente”, comentó Jorge Arauz Chavarría, jefe de Cardiología del San Juan de Dios.
‘¿Por qué a mí?’
“Usted está sufriendo un infarto”, le dijo a Kalina Quirós la médica que la atendió en Emergencias del Hospital San Rafael de Alajuela, adonde llegó manejando su carro afectada con una terrible opresión en el pecho que le irradiaba hacia el brazo izquierdo y la mandíbula con un dolor agudo.
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Desde que escuchó esa frase, cuenta Quirós, ella se preguntó por qué, si incluso ese miércoles del infarto, como todos los días desde hace años, salió a hacer sus ejercicios diarios. “¿Por qué a mí?”

En estos dos meses, los médicos le han escuchado lanzar esa pregunta infinidad de veces.
También se la han escuchado en el servicio de Psicología del San Juan, que apoya su proceso de rehabilitación porque en casos como el suyo las personas viven una experiencia cercana a la muerte.
“Lo que a mí me dio se llama disección espontánea. Es lo que me han explicado los médicos, quienes no encuentran razones para explicarlo dado que yo no tengo antecedentes. Hago ejercicio, como sano, no fumo.
“Soy un caso digno de estudio. Llegaban varios médicos de otros hospitales porque para todos era extraño que esto le sucediera en una mujer de 40 años, atlética, sin antecedentes”, comenta Quirós.
‘¿Y qué le dijeron del estrés?’, le preguntamos. “El doctor dice que el estrés en este momento está matando a los jóvenes. Incluso a quienes acostumbran ir al gimnasio.
“En mi caso, el estrés, sí. Soy una mamá trabajadora, tengo dos hijos. El mantener la casa y las presas me matan de estrés. Las carreras en las mañanas, cuando tengo que llevar a los hijos, que si llego que si no llego...”, comenta.
En su paso por la Unidad Cardíaca y el área de rehabilitación, dice Quirós, es habitual escuchar esa palabra: “estrés”.
“Cuando llegué a la Unidad Coronaria pensé que iba a estar rodeada de adultos mayores o con factores de riesgo, y no. Había personas muy jóvenes, y también las hay en la rehabilitación. Esto nos hace cuestionar qué puede ser lo que nos está afectando”, reitera.
Recuerda con particular atención el caso de un joven de 28 años, fornido, atlético y deportista. También sufrió un infarto. Y el de un señor de unos 60 años, quien descubrió que había sufrido un infarto en un chequeo previo a salir del país a correr una maratón.
Viva, pero con otra vida
Kalina Quirós nunca había tomado pastillas de forma ‘crónica’. Hoy, debe tomar siete diarias. Este es solo un ejemplo de lo que ha cambiado su vida en los últimos dos meses desde el infarto.
Para ella y sus parientes más cercanos, la rutina ha dado un giro radical. Actualmente, su mamá, Lucy Umaña, permanece a su lado para asistirla en labores básicas que incluyen el cuido de sus pequeños y el personal, como bañarse o comer.
Su esposo también ha sido una pieza fundamental para sobrellevar estos cambios, pues ha permanecido junto a ella desde el primer momento como uno de sus principales apoyos.
La rehabilitación y el esmero en el seguimiento de su caso que ha puesto el personal de la Unidad Coronaria del Hospital San Juan de Dios, así como el cuidado amoroso de sus seres queridos, es lo que hoy tienen a su corazón con cerca de un 32% de fracción de eyección coronaria.
Esa medida permite conocer cómo está funcionando su músculo cardíaco. Valores iguales o superiores a 50% se consideran normales. Menores de 30 indican insuficiencia coronaria.

Pero todavía bañar a sus hijos o vestirlos se le hace un mundo, admite. “Debo respirar, parar, si me levanto muy rápido me mareo. Solo puedo manejar con acompañante.
“Yo quisiera estar mejor para poder atender a mis hijos como si nada hubiera pasado. En un mes entrarán a la escuela y me pregunto si podré levantarme temprano, alistarnos. ¡No lo sé, no lo sé!”, responde ella misma.
Su mamá, Lucy Umaña, enfermera de profesión, se ha convertido en uno de sus músculos en todo este trance. La señora viaja periódicamente desde Puriscal, donde reside, hasta Alajuela, para apoyar a Kalina.
Quirós considera que su rutina de ejercicios y sus hábitos saludables son las que hoy le han permitido a su corazón avanzar hacia la recuperación. El infarto, además, la obligó a frenar su ajetrado ritmo de vida.
“Antes, yo me sentaba a almorzar frente a la computadora porque hago teletrabajo. Ahora, me siento y almuerzo como tiene que ser, con las pausas, porque si no lo hago así me ahogo. También debo tomar mi tiempo para bañarme, porque antes lo hacía en carrera, no importa si era día laboral, feriado o fin de semana”, recuerda.
¿Posibilidad de que le vuelva a dar un infarto? Es un 2%, según le han dicho los doctores. Cada uno de los cinco stent que le pusieron tiene diez años de vida útil, y hasta 15 si ella se cuida con la disciplina que siempre la ha caracterizado.
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“Yo vivo el día a día. Se dice fácil, pero cuando uno vive algo como esta experiencia uno no se cansa de agradecerle a Dios, de abrazar a mis hijos y a mi esposo, de darle mil besos a mami y a papi.
“Cuando uno cree que por ley natural el primero en morir es papá, y no, en mi caso casi sucede al revés. Sigo pensando que mi evolución es buena pero mi proyección de vida está en manos de Dios”, concluye.