Durante cuatro años consecutivos, más de un 13% de los estudiantes de colegios nocturnos no ha regresado a las aulas después de las vacaciones de medio período.
Bajar los índices de deserción en esos centros sigue siendo uno de los mayores retos del Ministerio de Educación Pública (MEP), que este año logró una de las mayores reducciones, pues el indicador pasó de 15% a 13,8%.
Sin embargo, la cifra de jóvenes y adultos de esta modalidad que abandonan el sistema educativo representa cinco veces más que la media en los centros diurnos (académicos y técnicos), donde la deserción este año cerró en 2,48%.
De acuerdo con los datos del MEP, este año se matricularon en los colegios nocturnos 33.367 estudiantes, de los cuales, a mitad de año, habían dejado las aulas 4.616.
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En el caso de los diurnos, desertaron 7.921 muchachos, lo que representa solo un 2,48% de los 319.085 estudiantes que se matricularon en colegios técnicos y liceos de esa modalidad a inicio de año.
El promedio de deserción en general dado a conocer por el MEP este año fue de 1,6% de los 923.920 estudiantes que a inicios del curso lectivo estaban matriculados en preescolar, primaria y secundaria.
Con respecto al 2016, el porcentaje de abandono disminuyó 0,2 puntos, pues el año pasado ese rubro se ubicó en 1,8%.
Para la coordinadora del Programa Yo me Apunto, del MEP, Alexandra Ulate, si bien la exclusión en estos centros representa un reto muy grande, la disminución lograda también es un resultado importante, pues no se obtenía una cifra similar desde el 2014.
Según Ulate, entre los esfuerzos que han incidido en esa baja está la inclusión de beneficios como transporte y alimentación, así como los centros de cuido Cen-Cinái del Ministerio de Salud para hijos de alumnas de colegios nocturnos.
Actualmente, 51 de los 54 colegios nocturnos tienen alimentación y 49 de estos ofrecen transporte.
La Dirección Nacional de Cen-Cinái, del Ministerio de Salud, anunció en setiembre de este año que ese programa de cuido por las noches se amplió a 39 establecimientos, los cuales reciben a 922 hijos de 483 personas matriculadas en colegios nocturnos.
Además, este año se amplió el beneficio de becas del programa Avancemos a toda la población estudiantil en condición de pobreza sin límite de edad.
"Se hizo un apoyo para bachillerato, se trabajó haciendo visitas técnicas, desde asesorías nacionales y regionales (...) Con todo el proceso, el año pasado se logró un 11,36% de aumento en la promoción de bachillerato”, añadió Ulate.
De acuerdo con la funcionaria, a esto se suman esfuerzos focalizados como pedir la colaboración de la Fuerza Pública a la salida de centros que se ubican en zonas de riesgo, así como capacitaciones de liderazgo y gestión a directores.
“Todos conocemos que es donde más tenemos que poner atención, muchos de esos jóvenes han sido excluidos de los colegios diurnos, no podemos hacer que vuelvan a ser excluidos del sistema nocturno”, indicó.
Según dijo, los factores por los que jóvenes y adultos dejan las aulas son diferentes de acuerdo a la región. Por ejemplo, mientras que en el Valle Central manifiestan que es por situación económica, en zonas rurales lo que señalan es que deben hacerse cargo de adultos en el hogar, o son madres de familia que no tienen acceso a centros de cuido.
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Condiciones desiguales
Un estudio realizado por la firma Unimer en el 2014 reveló que la mitad de los alumnos de colegios nocturnos vive en condiciones de pobreza o pobreza extrema.
Dos años después, un informe de la Contraloría General de la República mostró que el promedio de estudiantes en esa condición es de 90%.
El ente señaló en esa publicación que los colegios nocturnos operan con desventajas en infraestructura y con dificultades para cumplir el calendario escolar y mantener a los jóvenes en el sistema educativo.
Según la información recolectada por la Contraloría, el 71% de los estudiantes de esta modalidad es mayor de 18 años, y un 25% es mayor de 26.
En ese documento, el ente contralor señaló que un 38,8% (808) de los estudiantes consultados citaron, entre otras razones por las cuales han abandonado o suspendido los estudios, su bajo rendimiento y la falta de apoyo académico.
Además, estos estudiantes enfrentan otros factores que suponen una desventaja, como el miedo a ingresar a las aulas tras muchos años de haberlas abandonado, así como burlas o actos de violencia.
“Sabemos que es una población que podemos decir es más vulnerable que cualquier otra porque estas opciones se establecieron para jóvenes ya adultos que no pueden estudiar de día porque tienen que asumir una responsabilidad de trabajo, ya sea para poder mantener una familia o subsistir”, comentó Rocío Solís, presidenta de la Comisión Costarricense de Cooperación con la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).
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Según Solís, precisamente la falta de motivación es uno de los principales causales de abandono, por lo que el abordaje en esos centros debe ser distinto por parte de los docentes.
“En los nocturnas hacen un esfuerzo mayor, el docente que está en estas modalidades tiene que ser conocedor de esa población y tener esa sensibilidad para abordar y saber que el nivel de aprendizaje no va a ser igual que los que tienen en los diurnos. Son personas que vienen de una jornada laboral y vienen a estudiar hasta las 10 y 10:30 de la noche” explicó.
A criterio de Solís, los docentes deben utilizar metodologías más prácticas y participativas con estos estudiantes, con el fin de mantener su atención y brindar una motivación mayor.
Sin embargo, en la práctica esto también se dificulta, pues en la mayoría de los casos, quienes dan lecciones por la noche son los mismos educadores de los centros diurnos, por lo que acumulan mucho cansancio.
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Colaboró Daniela Cerdas.