Cumplir un horario de trabajo, atender las responsabilidades familiares, la falta de tiempo para estudiar y, con mucha frecuencia, los bajos recursos, son algunas de las cargas que pesan sobre los alumnos de programas de educación para jóvenes y adultos.
Esta realidad pareciera reflejarse en los resultados de las pruebas de bachillerato, que resultan poco alentadores.
En el 2014, de los 7.120 estudiantes que aplicaron las pruebas, poco más de la mitad, 3.687 alumnos, las aprobaron.
En 2015, la promoción descendió y de 6.483 alumnos que hicieron los exámenes, solo 2.898 (45%) salieron victoriosos.
La situación le confirmó al Ministerio de Educación Pública (MEP) que hay fallas y que se deben tomar medidas.
“Les estamos dando una oferta que no es la adecuada”, admitió la ministra de Educación, Sonia Marta Mora.
Las notas promedio de bachillerato del 2000 al 2013 revelan que los colegios nocturnos se han mantenido por debajo de los colegios diurnos y técnicos. Para el 2013, obtuvieron nota promedio de 65, mientras que los diurnos y técnicos superaban el 70.
Para definir el rumbo, el Consejo Superior de Educación, encargó a tres investigadores una evaluación externa sobre la eficacia de los planes de estudio para jóvenes y adultos.
El MEP ofrece ocho modalidades educativas para esta población. Esta oferta incluye escuelas y colegios nocturnos, institutos de educación comunitaria (IPEC), centros integrados de educación de adultos (Cindea) y la programas de educación abierta, en la cual el alumno se prepara aparte y se matricula para los exámenes.
Estudiar y trabajar. Carlos Varela, vecino de Coronado, de 50 años, decidió a aprovechar esa posibilidad a pesar de los comentarios que sugerían que ya estaba “viejo” para estudiar y del miedo a aprender de nuevo después de 28 años de no tocar un libro.
Varela se graduó de bachiller en educación media el 22 de junio. Él recibía clases de lunes a viernes de 6:30 p. m. a 9 p. m. ,luego de su día de trabajo.
“Cuesta, pero se logra con insistencia. Llegaba luego de clases a la casa, y me daba la una de la madrugada haciendo las tareas. Los programas sirven siempre y cuando el estudiante ponga de su parte. Había alumnos que decían que era difícil, pero nunca llegaban a clases”, contó Varela.
Estos alumnos son calificados bajo las mismas reglas y criterios que el resto del sistema educativo, pese a que se reconocen particularidades importantes.
Así lo señaló Rosa Carranza, directora de Desarrollo Curricular del MEP, quien ve diferencias en el dominio de habilidades y estrategias para aprender.
“El aprendizaje en el adulto tiene que tener mucha relación con experiencias de vida, el vinculo laboral, las motivaciones, los años que lleve sin estudiar y las responsabilidades. A esto se agrega que generalmente, la disponibilidad para el estudio suele ser menor ”, dijo Carranza.
Daniel González, docente de Matemáticas del Cindea de Cóbano, es testigo de esas circunstancias. Para él, aumentar la promoción es un gran desafío del MEP.
“Hay alumnos que llegan embarrados de grasa porque vienen del taller: otros traen cemento porque trabajan en construcción. Muchas estudiantes son madres; el año pasado, en un solo grupo, tuvimos seis embarazadas. Es necesario que el MEP tome en cuenta esas situaciones y cambie la estrategia de evaluación de bachillerato para esa población”, añadió González.
Reto. El objetivo del estudio que está en curso, según la jerarca del MEP, es hacer reformas para llevar la educación de jóvenes y adultos al nivel de países más desarrollados.
Con la investigación que se está realizando, se pretende conocer la realidad actual de la educación de jóvenes y adultos y tomar decisiones a partir de eso.
“Estoy orgullosa de lo que el país ha hecho en este tema, pero no satisfecha. No tomamos en cuenta el sobreesfuerzo de los adultos, no hacemos un equilibro entre teoría y práctica, no damos suficientes tecnologías de información”, dijo la ministra.