Las viviendas alquiladas por hogares de menores ingresos aumentaron 25,9% el año pasado, cifra que supera el crecimiento de esta modalidad de tenencia entre los otros cuatro grupos de ingreso del país, según revela el informe Radiografía de la Tenencia de Vivienda en Costa Rica 2023.
Este informe, elaborado por el Centro de Estudios del Negocio Financiero e Inmobiliario (Cenfi), se basa en datos de la Encuesta Nacional de Hogares, publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), con información actualizada a julio del 2023.
Los datos globales revelan que el número de viviendas en alquiler aumentó en 8,8% para el año 2023, en comparación con las cifras de julio del 2022, lo que equivale a 27.568 casas de habitación adicionales.
Específicamente, en el grupo de más bajos ingresos, es decir, que reciben ¢225.198 mensuales o menos, el alquiler aumentó en 14.639 viviendas adicionales, lo que representa un total de 47.987 inmuebles.
El segundo grupo donde más creció el alquiler fue entre las familias del quinto quintil, cuyos ingresos promedio superan los ¢2,5 millones, con un aumento del 13,2% entre 2022 y 2023.
Para determinar la cifra, Cenfi toma el dato del INEC, el cual está desglosado en la cantidad de hogares que pertenecen a cada quintil, y ajusta la población total por el promedio de miembros por hogar. Eso da como resultado la cantidad de viviendas para cada fin, según quintil de ingresos.
Melizandro Quirós, director ejecutivo de Cenfi, explicó que el aumento en el alquiler de viviendas en Costa Rica se debe a la escasez de oferta que satisfaga la demanda de los tres primeros quintiles de ingreso, lo que también provocó una disminución en la cantidad de viviendas financiadas.
Según indicó Quirós, esto se debe al encarecimiento del terreno en muchas zonas del país y a la subida en los costos de construcción en los últimos años, así como a las altas tasas de interés.
Por su parte, Miguel Loría, economista e investigador de la Academia de Centroamérica, señaló que en las familias de menores ingresos influye la capacidad de los jefes de hogar para ser sujetos de crédito, lo que dificulta el acceso a la vivienda propia.
Este especialista agregó que dichas personas suelen trabajar en el sector informal, lo que los excluye del sistema financiero al no tener ingresos estables, además de que los bonos de vivienda ya no son suficientes.
Quirós también indicó que en el caso de las familias de mayores ingresos, existe un desincentivo para poseer vivienda propia, ya que consideran más atractivo comprar propiedades para inversión, y utilizar parte de esos ingresos para alquilar. Además, la escasa oferta en las zonas centrales del país los lleva a optar por el alquiler en lugar de la compra.
Ambos especialistas coincidieron en que la movilidad laboral también lleva a las personas a alquilar más cerca del cantón en el que trabajan, debido a que no ven factible comprar cerca de su lugar de trabajo o incluso estudio.
Viviendas en precarios también aumentan
La cantidad de viviendas que se mantienen en precarios también aumentó para todos los quintiles, excepto el de mayores ingresos (quinto quintil), ya que se considera que ninguna de estas familias vive en una residencia de este tipo.
Se consideran viviendas en precario aquellas ubicadas en terrenos que fueron ocupados sin hacer uso de mecanismos legales constituidos, comúnmente conocidos como “toma de tierras”.
En total, las viviendas en precario pasaron de 14.098 en el 2022 a 17.857 en el 2023, lo que representa un crecimiento general del 26,66% en el periodo de análisis.
El segundo quintil, con un promedio de ingresos de ¢480.174 por hogar, fue el grupo donde más aumentó la vivienda en precario, seguido por el primer quintil, el tercer quintil y, posteriormente, el cuarto quintil.
Quirós explicó que esto también se debe a la escasa oferta de terrenos, así como a las dificultades de acceso al crédito que enfrentan las familias más pobres.
Añadió que la cantidad de viviendas en precarios refleja el aumento en el número de hogares y, por ende, de personas que viven en esta situación.
¿Hay soluciones?
Miguel Loría explicó algunas medidas que pueden contribuir a aumentar la tenencia de casa propia, aunque primero aclaró que también es importante prestar atención al estado de las viviendas actuales de las familias.
Según Cenfi, el 58% de las viviendas están en buen estado, lo que significa que las paredes exteriores, el techo y la estructura tienen buenas condiciones, según la Encuesta Nacional de Hogares. Esto equivale a 1.037.423 residencias. Por otro lado, el 34% se encuentra en estado regular y el 7,2% en mal estado.
Loría considera necesario establecer nuevas opciones de bonos familiares no solo para la compra, sino también para el alquiler.
Además, indicó que es necesario simplificar el acceso a la tenencia de viviendas. Esta medida posibilitaría la adquisición de una propiedad mediante el pago gradual de cuotas, mientras se alquila el inmueble. Según su explicación, esto sería especialmente beneficioso para las familias de clase media que no cuentan con ingresos suficientes para solicitar créditos tradicionales.
Finalmente, señaló que las asociaciones público-privadas podrían facilitar la compra de vivienda, ya que el Estado podría aportar terrenos y solventar esta necesidad.