Planes de estudio obsoletos, falta de formación en competencias digitales, sobreoferta de carreras sin demanda laboral y desconexión con el mercado laboral son las principales amenazas de la educación superior hacia sus estudiantes. El resultado: profesionales titulados pero sin empleo.
En Costa Rica, 8 de cada 10 de los currículos vigentes en universidades privadas, tiene una antigüedad mayor a cinco años, sin que a la fecha se haya aprobado la reforma al Consejo Nacional de Enseñanza Superior Privada (Conesup): órgano que debe velar por la calidad de lo que ofrecen las universidades privadas.
Esa cantidad de programas obsoletos repercuten en la calidad de la formación y en las oportunidades para los futuros profesionales. No en vano, las empresas no encuentran los perfiles deseados para ocupar las plazas vacantes.
El más reciente informe del Instituto Iberoamericano para la Educación y la Productividad (2021) afirma la importancia de que los centros de estudio superior conversen más con el sector empresarial privado y fomenten más el emprendimiento entre sus estudiantes.
Los perfiles más difíciles de encontrar para las empresas son aquellos relacionados con las tecnologías digitales, tales como ingenieros de sistemas, analistas de datos, programadores, especialistas en ciberseguridad y en transformación digital. Para perfiles no técnicos, las competencias digitales básicas se consideran importantes (54%) o muy importantes (31%).
¿Qué se necesita?
Según este mismo informe para que la educación superior de la región sea competente es necesario crear programas educativos flexibles, accesibles económicamente, que incluyan habilidades blandas y que permitan reforzar en competencias digitales, con currículos actualizados.
Cuando se habla de habilidades blandas se refiere al desarrollo de habilidades de comunicación, interpersonales, medioambientes, humanísticas, empresariales, desarrollo tecnológico. Es precio que todo estudiante, tenga las competencias necesarias para la gestión de proyectos, innovación y emprendimiento.
El informe agrega que este tipo de cursos pueden ofrecerse bajo la oferta de micro- credenciales (por ejemplo, los MOOC y bootcamps) de corta duración como vehículo para el reskilling y el upskilling de competencias concretas.
Según la Comisión Económica para América y el Caribe (CEPAL), el PIB de la región ha sufrido un retroceso de una década y la pobreza de quince años. Entre otros datos desalentadores adicionales, se prevé que alcancemos los 44 millones de desempleados, es decir, 18 millones más de los que teníamos hace poco más de un año; el 54 % de los trabajadores lo harán en el sector informal y sus ingresos tendrán una reducción promedio de un 60 %.
Para atender los desafíos de la educación superior en América Latina, “se debe poner el foco en la pertinencia de los programas de estudio y la capacidad de las universidades para responder con rapidez a los retos de la formación en las competencias requeridas por el mercado laboral”, dicta el informe.
Uno de los ejes medulares para que mejore la educación superior en la región, es la importancia de incrementar la relevancia de la educación superior para el mercado laboral, para ello, es preciso tomar las siguientes acciones:
- Diseñar programas educativos bajo demanda del sector empresarial.
- Fomentar la participación del personal de la iniciativa privada como profesores invitados, mentores, ponentes, o catedráticos.
- Diseñar programas de educación dual junto con las empresas.
- Diseñar programas de doctorados industriales junto con las empresas.
- Generar dinámicas de retos (o hackathon) en colaboración con el sector empresarial.
- Promover la cooperación con el sector empresarial para retroalimentar planes y programas de estudio.
- Incluir las habilidades transversales en el modelo educativo de la universidad y que sean aplicadas a todos los estudiantes, especialmente las competencias digitales.
- Formar al profesorado y ofrecer incentivos para la aplicación de metodologías innovadoras que fomenten la adquisición de habilidades transversales.
- Promover la evaluación y certificación de competencias de estudiantes por parte de las empresas.
- Aplicar un nuevo modelo de calidad centrado en los resultados del proceso de aprendizaje por competencias de los estudiantes.
- Intercambiar buenas prácticas entre universidades en temas de relevancia educativa.
- Evaluar la relevancia de los programas educativos existentes cada semestre y actualizar los programas cuando sea necesario.
El cambio en esta dirección y la actualización de los currículos no deben ser caminos optativos sino la ruta a seguir. Es preciso frenar el abuso y el engaño de universidades que asumen la educación superior como fábricas de títulos, en detrimento del desarrollo del país y limitando las oportunidades laborales de sus graduados.
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