La educación pública de mala calidad es una de las principales causas del aumento de la pobreza y la brecha social.
Tenemos recursos para dar conectividad a las 4.500 escuelas públicas, pero apenas 500 cuentan con banda ancha.
En los últimos 40 años, Costa Rica amplió la oferta de productos agrícolas para no depender del café y el banano, pero sigue estancada.
No cabe duda de que la vulnerabilidad social es un detonante de la inseguridad y que debemos buscar soluciones integrales y sostenibles.
El MEP es una institución gigante, donde la ministra o el ministro de turno posee poca o nula capacidad para echar a andar las transformaciones necesarias.
El buen uso del agua es fundamental para el sector agropecuario, el consumo humano, la industria, la agroindustria, el riego y el turismo.
Cuando se hace un análisis de la distribución del presupuesto nacional, es posible llegar a conclusiones sobre la insostenibilidad del sistema como un todo.
El modelo de la CCSS debe ser sostenible y el Ministerio de Salud debe ir más allá de sus labores actuales.
No hacen falta diagnósticos, la educación pública es de mala calidad y el remedio supone un gran esfuerzo nacional.
No solo algunas instituciones deben ser repensadas, sino también el tipo de país que debe ser Costa Rica.
Más que nunca es preciso efectuar un análisis del costo, eficiencia y eficacia de la gestión de las políticas públicas.
La robustez del sistema no es suficiente para mejorar el acceso al crédito, en parte, por la volatilidad de los ingresos, que repercute, a su vez, en el consumo estable.
Costa Rica no se adaptó a las megatendencias tecnológicas, demográficas y culturales.
Para solventar el gran problema educativo, es necesario un cambio radical en la forma como se ha conceptualizado el sistema de enseñanza público.
No había terminado la pandemia cuando la guerra de Rusia contra Ucrania cambió las expectativas de crecimiento en el 2022