Pese a que nadie debería sorprenderse por el hecho de que sean mujeres, en la calle son muchos los que voltean la cabeza para mirarlas. La mañana del miércoles pasado, dos de ellas me rebasaron en las inmediaciones de La Sabana, y en el siguiente semáforo en rojo noté que, para la mayoría de los conductores, no eran dos motociclistas más.
Con ojos curiosos y admirados, observaban sus impresionantes motos pandilleras, sus cabellos largos que salían bajo el casco y caían hasta media espalda, sus chaquetas de mezclilla azul y, sobre todo, la insignia que llevaban estampada sobre esa prenda: "Viudas negras".
"¿Serán la versión femenina de los ya famosos Coyotes?", se habrán preguntado. Tras poner verde el semáforo, desaparecieron en cuestión de segundos. Hoy recreamos su historia a partir de la página 8 de Proa.
Con escasos cinco meses de creado, el grupo es aún pequeño pero sus integrantes están seguras de que crecerá. Se trata de 12 mujeres con edades entre 23 y 58 años, cuyo denominador común es su pasión por las motos de alta cilindrada. Por lo demás, son muy distintas: algunas casadas, algunas madres, algunas asalariadas, algunas enamoradas también de otras aficiones...
Sin intención de serlo, constituyen un signo de la apertura que experimenta nuestra sociedad en los ámbitos más diversos. ¿Por qué su condición de género habría de inhibirlas para practicar un pasatiempo que las realiza?