El año pasado fue un ciclo de cambios sustanciales en las principales televisoras nacionales –Teletica y Repretel–. Sin embargo, esas trasformaciones no se sintieron necesariamente novedosas o refrescantes.
Los grandes canales costarricenses –el 7, el 6 y el 11– siguieron apostándole a los enlatados de concursos de baile, canto e imitaciones; a los programas de chismes y noticias rosa; y a las revistas matutinas con formatos repetitivos.
Si bien las televisoras manifestaron que el 2016 fue un año de cambios, tales cambios fueron más que todo de rostros y nombres de programas, y al final nos quedamos esperando a que se aventuraran a presentar propuestas distintas a las que han acostumbrado.
El mayor riesgo de Repretel fue eliminar Combate e Intrusos de la farándula para agregar programas similares en otros horarios; y en Teletica la apuesta más aventurada fue estrenar la novela La María , la cual no fue producida por el canal, sino que era un esfuerzo independiente autogestionado.
Quizá el mayor acierto de Teletica fue darle continuidad a Gradería popular en su canal deportivo TDMás (exclusivo de Cabletica). Sin la petulancia que caracteriza al periodismo deportivo y más bien con una actitud desenfadada y de poca autoimportancia, los presentadores de Gradería popular refrescan la televisión nacional con un formato sencillo, eficaz y divertido.
Fuera de eso, la esperanza de una televisión mejor y novedosa no recae en los dos gigantes de la pantalla tica, sino en un actor inesperado: Sinart, la casa del canal estatal del 13, donde la osadía es una realidad y no una ilusión.
Desde mediados del año pasado, Canal 13 ha incorporado programas nuevos, ha ajustado producciones viejas y ha hecho cambios sustanciosos que lo perfilan como una nueva fuerza mediática en un país que necesita inventiva.
Más allá de que el presidente Luis Guillermo Solís haya estrenado ahí Va de frente , un programa en el que personalidades lo entrevistan –una idea que francamente podría resultar en una manera más sana y efectiva del gobernante para comunicarse con el público–, la parrilla de canal 13 es hoy por hoy la que mejor se ha ajustado a los tiempos y a una audiencia nacional que demanda contenidos de mayor calidad y –más que todo– exige respeto.
Por si fuera poco, el 13 es el único medio televisivo que realmente está apostando por la producción local y que está reuniendo en sus filas a productores, directores y realizadores que han demostrado su talento durante la explosión audiovisual que ha vivido el país en los últimos años, desde el campo publicitario hasta el cinematográfico.
A finales del año pasado, el 13 lanzó un festival de cine costarricense en el que transmitió algunas de las películas más importantes que se han hecho en el país en los últimos años, dándole así la oportunidad a personas de todo el territorio de ver cintas que de otra forma les sería imposible conseguir.
Aunado a ello, el canal estrenó varios programas que –a diferencia de los esfuerzos de Teletica y Repretel– podrían marcar una diferencia en nuestra oferta televisiva, como es el caso de Decile a mamá , un talk show nocturno que mezcla la comedia con la información actual y la crítica social. Es, sin duda, el primer programa nocturno decente que hemos tenido en lo que va del siglo XXI, y hemos de apreciarlo.
Por otro lado, el programa de rescate cultural Somos cultura está buscando nuevas formas de acercar al público –especialmente a los jóvenes– al legado cultural del país. Algo similar sucede en Así suena Costa Rica , un show que explora la música costarricense por encima del folclor y lo tradicional, dándole paso también a la música popular.
Otras novedades del 13 son el programa de cocina Sazonarte y la serie original La urba , y se dice que en marzo vendrán otras dos producciones frescas. ¡Enhorabuena! Si la misión prueba ser exitosa para el Sinart, de pronto Teletica y Repretel se animen a seguirle los pasos y a darse cuenta de que tal vez el público tico quiere ver algo más que concursos de famosos bailando, cantando o imitando a otros famosos.
Esta es una columna de opinión de la revista Teleguía, de La Nación, y como tal sus contenidos no representan necesariamente la línea editorial del periódico.