No saben si fue en medio mosh o quizá oyendo el tema de un grupo como Mentados, Mod-Ska, Broca o Garbanzos; pero Johnnyman –el emblemático vocalista de Mekatelyu– y Geovanny Durán –vocalista de El Guato– se conocieron en La Finca, un lugar tan importante en la historia del rock nacional que amerita que su nombre se escriba en mayúsculas.
La Finca tenía un salón y varias áreas verdes y estaba en Cartago. El terreno pertenecía a un empresario que organizaba ahí fiestas con orquestas de salsa o alguna discomóvil.
La Finca nunca fue la primera opción, si no la única. Así, el espacio se transformó en escuela y colegio para muchas bandas de ska y rock latino de hace 20 años.
Actualmente no opera y su estado es un misterio, pero en La Finca se forjó una hermandad que 20 años después sigue viva y que será celebrada este domingo en el Finca Fest.
Johnnyman y Geovanny del Guato participarán con sus bandas en el Finca Fest. Fotografía: Albert Marín.
El concierto reunirá a Mentados, Garbanzos, República Fortuna, Mekatelyu y El Guato, cinco de las bandas más sobresalientes de aquella escuela.
Tocarán en Jazz Café Escazú, un espacio que fue construído de cero pensando en los conciertos, todo lo contrario a la querida finca. La escena musical ha crecido y Johnnyman y Geovanny, de la mano de ella.
Conversamos con ambos vocalistas durante unos 45 minutos, para estudiar el camino andado. Tanto Durán como Akent han tenido que ponerle al público buena cara aún cuando retos y situaciones personales se han puesto en el camino.
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Claro que no lo cambian por nada y esa perseverancia ha pagado: ambos, con orgullo, viven de la música.
¿Cómo llega la música nacional a La Finca?
Geovanny Durán: El primer concierto de rock que se dio en salón de La Finca se dio por una coincidencia. Había un concierto en el campo Ayala con Café Con Leche, Calle Dolores y otros y les cancelaron el evento y José Coto –que era el vocalista de Calle Dolores y ahora de Adaptados–, sugirió hacer el concierto ahí, en un lugar donde se hacían bailes con grupos de merengue.
”Ellos fueron a preguntar a ver si se podría mover el concierto para ese lugar y el señor que les atendió, preguntó, ‘¿y esto no se me va llenar de mechudos y mariguanos?’...
Johnnyman Akent: Y se le llenó el lugar (risas).
¿Qué pasó cuando el dueño vio el público?
GD: Diay, al señor le gustaba el dinero y el lugar se llenó y se siguió llenando. Ellos vendían comidas, bebidas, cervezas y todo el mundo compraba, entonces lo menos que importaba era el largo del pelo.
JA: Y la gente lo tomaba como una aventura: levantarse temprano, tomar el bus, algunos armaban puesto para comprar comidas y bebidas. Era una cosa muy familiar, si le iba bien o lo dejaba el bus, usted lo vivía entre amigos.
Johnnyman, emblemático vocalista de Mekatelyu. Fotografía: Albert Marín.
GD: Además que era el único lugar en el que se podía hacer un concierto al aire libre o algo parecido. El público y las bandas era uno mismo, no había diferencias, ni rockstars ni nada de eso, todos compartían al mismo nivel
¿Cómo se vuelve La Finca un lugar tan especial para los músicos y el público?
GD: La libertad que había ahí, si usted no quería ver un grupo se quedaba ahí en el potrero, conocía una chamaca, se tomaba un fresquillo o se comía algo mientras tocaba el grupo que usted quería, Desnuke, Broca,... Había variedad.
”Imagínese que no hubiera dónde tocar y usted agarrara en un mismo lugar a Dylan Thomas, Cocofunka, Sonámbulo, Half Tangerine, La Versión Extendida de las Cosas, Infibeat... Agarra a todos los que están activos ahora, y los mete en un mismo lugar y de seguro pasa algo así otra vez.
JA: Eso fue por 1998. Todos los grupos estaban en pañales, casi y ahí aprendimos mucho de lo que hoy aplicamos en cada concierto. Éramos grupos underground, pero teníamos llenazos de 2.000 o 3.000 personas, era impresionante, y sin necesidad de un artista internacional.
GD: Ahora el público está más disperso. Hay ciertas bandas de punk que no tocan con otras bandas de punk porque no son del mismo subgénero.
JA: Y ahora hay un montón de lugares, no tocan juntos.
¿Fue una escuela de valores, también?
JA: Sí. Si El Guato iba a grabar un disco y necesitaba plata, ocho grupos tocaban de gratis para juntar la plata y que, con la entrada que pagaba la gente en La finca, grabara El Guato. Luego era el turno de Mekatelyu y todos nos juntábamos y tocábamos para juntar plata para ellos; se hizo una hermandad que aún se mantiene.
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GD: Aún tocamos mucho con Garbanzos, República Fortuna, esa hermandad se mantiene. También creo que hubo valores en el sentido de las temáticas. Había música que denunciaba la agresión contra la mujer, en contra de la violencia, la corrupción.
”Pues como en todo cole, la gente se va saliendo y separándose, no por peleas ni nada así, sino porque se vuelve más complicado reunirse y unos están viajando a México o trabajando fuera de la ciudad, pero siempre es bonito revivir ese momento.
Tanto Mekatelyu como El Guato han tenido infinidad de integrantes, Cada grupo por sí solo se ha vuelto una escuela para músicos..
GD: Claro, el baterista que tenemos ahora tiene 23 años y ese mae se hizo en la sala de ensayo de El Guato. La familia de él es amiga mía y él me pedía prestada la batería y así se volvió una bestia. Ahí se han fogueado.
JA: Y eso es bueno, los jóvenes traen buenas energías, refresca un poco.
Geovanny Durán, vocalista de El Guato. Fotografía: Albert Marín.
GD: Ahorita tengo un integrante que está ansioso por salir a hacer giras, a las playas, afuera del país. Son cosas que uno ya sabe que son complicadas, pero uno también los deja, que propongan chivos, o usar aplicaciones nuevas. A veces los músicos se quedan un mes o a veces diez años, según sus prioridades, pero se da el espacio porque al final esta banda es de todos.
Hablando de esas prioridades, ¿cómo ha sido para ustedes trabajar por un grupo unos 20 años?
JA: Es dificíl poner la música de prioridad, es dejar ir muchas veces, familia, hijos, esposa, novia, y se dan situaciones en las que hay que mantener esa prioridad. Hay muchos músicos, pero pocos artistas, y cuando usted es artista, usted debe estar comprometido a morir por lo que usted se metió.
GD: Es entregarse a un algo y dejar todo lo demás. Yo siempre me propongo negocios, no sé, una línea de camisetas, pero me ofrecen un concierto en Nicaragua y queda todo botado. Y yo me pregunto, ‘¿cuándo podré hacer algo que no sea música?‘, y no, no puedo. Todas mis cosas quedan a medio palo porque siempre la música les gana.
”Yo pensé que el grupo era un vacilón y estoy seguro de que Johnny también pensaba que esto era un chingue, algo que uno se imaginaba con los compas: ‘¿se imagina tocar en la finca?’.
”Luego empiezan a suceder cosas como abrirle a grupos de afuera, aparecer en las radios y periódicos más importantes, que lo inviten a jugar en el juego de las estrellas de OK Radio, y uno, ‘¿yo soy una estrella?’. No supe en qué momento, pero la vida me escogió, y aquí me quedo.
JA: la familia lo veía a uno con grupo y le decían, ‘bueno, usted dice que tiene grupo’, así, con una palmada en el hombro, pero luego se dan cuenta de que la cosa va en serio, y uno tiene que saber que eso va en la dirección opuesta a todo lo demás. Preguntan, ‘¿cómo que usted se va a ir un 31 de diciembre para cantar? ¿cómo que no va a ir al paseo de los chiquitos porque va para tal cosa?’.
GD: Los matrimonios de mis hermanas, a los que no pude ir... Se lo pongo así de radical, por la música, mi madre falleció un jueves y yo un sábado estaba cantando.
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JA: La mía falleció un viernes y yo tuve que ir a cantar un viernes, sábado y domingo. Estaba fuera de la capital. Son cosas que pasan, pero uno está tan entregado y la música le ha dado tanto que no hay cómo. Parece mentira, pero fueron los roqueros, los skatos, los punk los que hicieron a Mekatelyu grande, no la gente de reggae, eso es algo especial para mí.
Ellos hicieron grandes las canciones, y todavía las piden. ¿Qué significa que la gente los siga relacionando con las canciones de hace 20 años?
GD: El hecho de que la gente pida las canciones es de agradecerlo. Para ellos es nostalgia, para nosotros son los hijos chineados, los que nos hicieron crecer y hacer de esto una profesión. Yo he tocado conciertos de puras canciones nuevas y que la gente se quede esperando Te diré te quiero y Ganador perdedor, porque tal vez la situación lo amerita, pero en Finca Fest no haría eso.
JA: Uno se acopla a los gustos de la gente. Son canciones que no faltan en un repertorio y que uno ha cantado millones de veces. Hay eventos de los que usted no puede irse sin cantarlas porque lo linchan. Hay gente que viene a ver una sola canción y eso está bien, ellos son los que nos han mantenido aquí.
Johnnyman y Geovanny se conocieron hace 20 años en los conciertos de La Finca. Ahora, se reencuentran con otros grupos de su generación para revivir los viejos tiempos en el Finca Fest. Fotografía: Albert Marín.
¿Viven de la música?
GD: Yo le podría decir que vivo de la música, aunque no siempre puedo decir lo mismo de El Guato. Yo grabo jingles, comerciales y otras cosas, yo me acomodé la vida para que sea la música el sustento.
JA: Exacto, ya uno se acomodó y sabe que tal vez este mes hay dos conciertos y tal vez el próximo no hay, entonces tiene que salir a buscar y moverse, esa es la clave, no dejar de moverse.
¿Cómo se mantiene un proyecto vivo por tanto tiempo? ¿Con liderazgo?
JA: Yo creo que sí, mucho amor y creer en uno mismo, ¿verdad, Geova? Nosotros como líderes tenemos que creérnosla nosotros y pasarle esa vibra a ellos, porque si no nos la creemos nosotros, no arranca, somos como el motor.
GD: Amor a la música es mucho de eso y saber también que es un negocio; (un grupo) es su pulpería y usted aunque no tenga para comprar cigarros, los compra y los vende sueltos. Hay que mantener el negocio en los mejores momentos y los peores.
JA: ¡Así es!