Sería muy sencillo decir que Jencarlos responde con facilidad a su apellido, pero Canela es un artista que ofrece más de lo evidente.
Sin duda, sus capacidades quedaron más demostradas que nunca en el show del miércoles 26 de setiembre. Canela es un usual visitante del país, pero bastaba escuchar al público que asistió en buena cantidad al Teatro Melico Salazar para saber que esta ha sido su mejor presentación en Costa Rica.
Anteriormente, y en dos ocasiones, el cubano-estadounidense ya había llenado con facilidad el Melico Salazar. En la noche del miércoles, aunque el lleno no fue completo, sí existió un grueso público que no se cansó de gritar en una velada que comenzó a las 7 p. m. y fue acabando poco antes de las 10 p. m.
Los motivos sobraban: Canela preparó este show en especial para nuestro país, en una fecha fuera de su gira. Con el título de Pura Canela, el cantante dio un espectáculo muy fácil de disfrutar, donde demostró todo su carisma, ímpetu y magnetismo por Costa Rica.
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Insaciable
Canela y su público tienen algo en común: ninguna de las dos partes se cansa del otro.
La noche comenzó con el telonero Lino, un cantante venezolano con más de siete años de residir en Costa Rica, quien ofreció una divertida mezcla de pop latino que supo alimentar la antesala de la noche.
Cuando Canela apareció por primera vez en el escenario, con una chaqueta negra y camisa blanca, un saxofón se coló en medio del público y la poderosa banda del cantante empezó a hacer lo suyo. La pieza que abrió el concierto fue Dure, dure, canción que comparte con Don Omar. Los gritos eran tantos que los ingenieros de sonido tuvieron que ingeniárselas para mantener la voz de Canela por todo el Melico.
Así comenzaría una noche en la que Canela mostraría su versatilidad: es un atinado cantante de un pop que se alimenta de otros géneros como el reggae, vallenato, reguetón y hasta música plancha.
La primera parte del recital comenzó con gran movimiento, sobre todo cuando interpretó Una hora loca. La pieza que dice “llevamos una hora mezclando ron con Coca Cola” fue completamente literal. Canela hizo entrar a un bartender que sirvió ron con Coca al cantante y sus bailarines.
“Yo quiero brindar con ustedes. Se les quiere mucho y se les desea muchas cosas buenas. Gracias por estar acá”, dijo Canela.
A partir de ese momento, el cantante se pondría a conversar constantemente. Se nota que Canela disfruta Costa Rica: no paró de hablar con el público, bailó hasta quedar tremendamente sudado y regaló incontables besos entre los asistentes al público.
Con el tema Tu cuerpo, Canela hizo subir a una niña que no paró de saltar en el escenario. De un lado a otro, se movió de la mano de Canela y recibió una infinidad de abrazos por parte del artista, quien nunca escondió su sonrisa.
Para ese momento (el quinto tema) el frenesí era brutal. Bastaba sentarse en la butaca y aún así se podía observar al cantante desde diferentes ángulos pues una miríada de celulares grababan el concierto y servían como un panel de televisión en el cual se miraba a Canela sin problemas.
Después de Tu cuerpo, Canela desapareció del escenario para dejar entrar a una comparsa folclórica desde la luneta del teatro. La agrupación subió a escena y Canela apareció vestido con un traje folclórico costarricense, como muestra de su aprecio al país. Hasta bombas se soltó a decir en medio de su agitación por el movido concierto.
“Hoy es una noche muy especial para mí. Los amo”, gritó después de las bombas y bailar un popurrí de piezas tradicionales costarricenses.
Canela se soltó los pañuelos folclóricos para cantar algunas baladas como Irreemplazable y No soy el mismo de ayer. Los aplausos eufóricos del público se convirtieron en movimientos de izquierda a derecha por parte de los asistentes al concierto.
Cargado de bailarinas, Canela dio fin al concierto con una movida seguidilla de canciones: cantó Si yo fuera él, Bajito y Pa' que me invitan, esta última con una serie de balones de playa saltando por todo el teatro.
Al final de la presentación, el cantante se mostraba más cómodo que nunca. Daba la impresión de que tenía la disponibilidad del teatro hasta la madrugada y no daba indicios de querer irse.
El público se mostró en igualdad de condiciones. Después de todo, ni el público se cansa de Canela, ni él de los ticos.