Inés Sánchez de Revuelta no llegó a conocer la vejez. Al menos, no como la conocemos todos. La sempiterna dama de la televisión nacional murió este Viernes Santo, a los 91 años, luego de pasar varios días hospitalizada por un “quebranto de salud”.
El fallecimiento de doña Inés, la querida presentadora de Teleclub, fue confirmado por el Servicio de Información de Pacientes del Hospital San Juan de Dios, tras una llamada telefónica hecha por un periodista de La Nación.
Posteriormente, su familia emitió un comunicado de prensa en el que detalló que murió a las 12:56 a. m. de este viernes, al lado de sus hijas y nietos, en dicho centro médico.
“Queremos agradecer a todo el personal médico que la ha atendido y a tantísimas personas por sus oraciones y mensajes. (...) Nuestro consuelo en estos difíciles momentos, es la certeza de que nuestra amada madre ha vivido una vida plena, colmada de alegrías y al servicio de muchísimas personas que siempre le demostraron admiración, respeto y cariño.
“Dios recibe a nuestra madre con amor y la acuna en sus brazos. Ella viaja tal y como fue su vida: en libertad, con mucha fe y amor, llena de fuerza e integridad y amando a sus dos patrias”, se consignó en la nota de prensa.
El pasado 10 de marzo, la familia Revuelta Sánchez dio a conocer, también por medio de un comunicado de prensa, que se encontraba hospitalizada, y desde entonces, semanalmente informaban sobre la evolución de su estado de salud.
Llena de energía y proyectos hasta sus últimos días, doña Inés nunca se planteó el tema de la edad como un limitante, sino como parte de una vida que alargó tanto como pudo con hábitos saludables, mente sana, mucha espiritualidad y trabajo... sobre todo trabajo.
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Excepto por un infarto que había sufrido en el 2002 y que la obligó a bajar un poco el ritmo de trabajo, doña Inés se mantuvo en la pantalla durante más de 56 años prácticamente sin descanso, y sin que alguna vez se notara alguna huella de agotamiento o del paso de los años. El programa Teleclub fue ese espacio que la llevó a ser parte de las familias costarricenses.
Incluso, después de su paso por la televisión nacional, cuando llegó la pandemia se propuso seguir con su amado Teleclub de manera virtual.
“A mí se me olvidó la edad”, declaró en una entrevista con este diario en el año 2012. Para entonces, contaba con 82 años y soñaba con cristalizar varios sueños, entre ellos, tener un caballo.
La leyenda
Doña Inés quizá fue la figura televisiva que más generaciones de ticos alcanzó, quienes llegaron a tararear el tema musical de su programa en su infancia y se criaron con las variopintas charlas de los incontables expertos, asiduos consejeros de abuelas, madres e hijas, desde el 8 de febrero de 1963.
Aunque empezó su trayectoria en la radio cubana, donde aprendió locución, y en Costa Rica trabajó para Radio Monumental, su casa por excelencia fue la televisión, donde hizo pareja con Santiago Ferrando, otro señorón de la televisión criolla que durante 25 años tuvo un show de variedades musicales en canal 7 que se llamaba: Las estrellas se reúnen, allá por 1961.
Teleclub empezó porque no había un programa para las mujeres y la familia que las educara y les permitiera conocer temas importantes de la salud, la ciencia y otras culturas, según lo explicaba ella.
La primera emisión arrancó en canal 4, pasó al 6, siguió al 7, estuvo en el 2 y luego en Canal 13 durante 14 años. En junio del 2015, tras una emotiva despedida del Sinart, volvió a Teletica y después a la señal de canal 33.
Junio, mes de su nacimiento, parece haber sido un mes determinante en varios momentos de su vida. Fue justamente en junio del 2013 cuando recibió la certificación, por parte de los Guinness World Records, de ser la presentadora con mayor duración en un programa educativo de televisión y el que a su vez legitimó a Teleclub como el programa de educación con más años al aire.
La Nación reseñó en su momento que, a pesar de la rimbombancia de los títulos, doña Inés no le daba mayores vueltas al asunto. Luego de tres años de trámites, de recolectar pruebas y de traducir cada documento, la presentadora ni siquiera se había puesto a pensar dónde colgaría las marcas mundiales. El trabajo ya estaba hecho y todo bien, pero su misión primordial era llevar contenidos de calidad a los televidentes. Bien por los premios, pero jamás hizo Teleclub con el fin de lograr algún premio o récord.
A lo largo de varias entrevistas sostenidas con ella en los últimos años, quedó patente que doña Inés siempre fue infatigable: se levantaba temprano, se acostaba tarde, leía ávidamente, era productora de radio y televisión, había estudiado mercadeo, publicidad, locución, dibujo y música.
Estuvo casada por 55 años con Ernesto Revuelta, quien falleció en el 2011 y fue padre de sus tres hijas: Inés, Irene e Ivannia. Un año después de la muerte de su marido, se le consultó cómo hacía para sobrellevarla. Y como siempre, selló esa parte de la conversación con una frase lapidaria: “Dios me da fortaleza, me hace mucha falta, pero esos temas privados me los guardo para mantenerme optimista y alegre”.
Atribuía su energía digna de un ciclón caribeño a su buena alimentación y ejercicio moderado diario.
“Se me olvidó la edad. Cuando oigo a una persona decir que le faltan pocos años para pensionarse y que piensa sembrar una huerta, yo le digo que eso se hace a cualquier edad. Una debe continuar activa; hay que seguir mientras la mente pueda pensar y crear. Quedarse en la casa es empezar a deprimirse, a desgastarse. Hace poco leí de una monjas de 90 años que escriben libros, dan clases y están todo el día ocupadas”, declaró en aquella entrevista del 2012.
“No me siento vieja. Todas las edades tienen algo bonito; vivo lo que tengo ahora; soy lo que soy y en lo que estoy; me levanto con la misma energía y me acuesto con el mismo cansancio”, agregó.
A pesar de algunas especulaciones que se hicieron a lo largo de los años sobre sus supuestas cirugías, doña Inés jamás se sometió a ninguna, según dijo. De hecho, usó casi toda la vida el mismo peinado y solo se maquillaba para salir en televisión. “Me gusta ser como soy. Evito llamar la atención y voy poco a reuniones grandes”, decía.
De carácter fuerte pero trato cálido y sereno, parecía tener una resiliencia a toda prueba. En el 2015 se refirió a las bromas que se suscitaban en redes sociales por cuenta de su edad: “No abro nunca las redes sociales, solamente el Internet y mi correo. A duras penas estoy metiéndome en Skype para hablar con mi hija que está en Estados Unidos. No me hablen de redes sociales, me gusta hablar personalmente con la gente, oírla y darle el abrazo”.
Colaboró con esta información el periodista Juan Fernando Lara.