El trabajo de Karina Campos implica que a ella le paguen por ir a pasarla bien, por disfrutar de un hermoso hotel y de su atractiva gastronomía. También recibe dinero por hablar de productos con los que se maquilla y hace sus rutinas de skincare.
Karina Campos tiene 212.000 seguidores en redes sociales, comunidad que ha crecido desde hace cuatro años, cuando empezó a crear contenido. Desde hace dos se dedica a ser influencer al 100%. Ha tenido participaciones en televisión, pero su trabajo en redes sociales ha crecido y potenciado por lo plasmado allí.
Cuando contesta preguntas y conversa Karina mantiene intacto su tono simpático y risueño. Es el mismo que suena en las historias de Instagram en las que recomienda productos y les muestra a sus seguidores en su día a día.
“La gente cree que ser influencer es solo recibir regalos y compartirlo. No es así, hay un proceso de creatividad detrás, pues es un producto que se vende, tenés responsabilidad con los clientes”, asegura.
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Vivir de ser influencer
Karina Campos es precavida y prefiere no mencionar cuánto dinero puede ganar con su trabajo. Eso sí, admite que si se es una persona organizada, “se puede vivir bien gracias a este trabajo”.
Sí, trabajo. Karina no niega que le encanta su trabajo y que lo disfruta, pero que finalmente es eso, un empleo por el que tributa. A todos sus clientes les brinda una factura por servicios profesionales, asegura.
En el feed o muro de su Instagram todo encaja, hay estética y armonía en sus fotos. Esto porque según Karina, cada servicio que ofrece para promocionar contenido requiere de una preproducción en la que ella planea cómo quiere presentar el producto.
“Básicamente en lo que he tratado de enfocarme es en compartir mi día a día y ser muy real en el contenido que comparto. Muchas veces llegan marcas y quieren comprar publicidad, si no me siento identificada no lo voy a hacer, no porque sean malas, sino porque no van con mi mensaje. La magia está en comunicar con lo que uno se siente identificado. Me gusta producir más contenido como el que vemos en el cine, que tiene un proceso de preproducción, encargarme de conseguir cosas, tengo a mi fotógrafa y a mi productor audiovisual. El 98% de mis fotos son con cámara profesional. No me gusta compartir contenido de baja calidad. Me gusta que todo esté bien pensado y cuidado”, detalla Karina, quien usualmente aparece rodeada de flores. Por lo general, ella las lleva y prepara todo para las fotos que luego compartirá.
Por ahora, Karina, productora audiovisual de profesión, trabaja con unas 10 marcas. Esto significa preparar contenido para todas y además trabajar en otras publicaciones más de su día a día para que su perfil no luzca tan cargado.
Karina insiste en que en este trabajo es necesaria la credibilidad, por eso dice que ha llegado a rechazar campañas “de miles de dólares” porque el producto a ofrecer no es afín a su estilo de vida, uno en el que dominan los paseos, la belleza, consejos de vida saludable y hasta moda.
Luego de mencionar “los miles de dólares”, la chica, de 29 años, me pide que sea cuidadosa a la hora de hablar de dinero en este artículo, pues “no quiere sonar arrogante” y la verdad es que no se percibe así; ya ha quedado muy claro que ser influenciador genera importantes ingresos a quienes realizan ese trabajo.
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Pasarla bien y recibir una remuneración por eso
La vida de los creadores de contenido se ha convertido en algo a lo que aspiran las personas que los siguen. Por lo general, los influencers hacen la salvedad de que si bien lo que comparten es la vida real, al final lo que aparece en sus redes no lo es todo.
En sus historias más personales Karina habla de momentos complicados, como cuando se enfermó su gato y estuvo en peligro de muerte: en ese momento se mostró dolida y quedaron de lado sus mensajes siempre cargados de positivismo. También, es usual que Karina comparta con sus seguidores los momentos que disfruta con su prometido, Mauricio Ulate.
Karina Campos respondió algunas preguntas relacionadas con el trabajo del que vive.
--¿Cómo es trabajar visitando lugares increíbles y además recibir un pago por eso?
--Se trabaja bastante cuando salimos de San José. Me encanta generar este contenido. Después de la cuarentena (por coronavirus), a partir de julio (2020), cuando el turismo estaba peor quisimos reactivarlo y empezamos a visitar lugares. No cobrábamos, lo hacíamos como colaboración. La magia está en ir al lugar y no solo compartir historias, sino generar contenido de calidad, llevamos un drone, nos tomamos el tiempo de editar y colorizar, tener buena exposición y respuesta de seguidores. Uno puede subir una foto en vestido de baño y recibir likes, pero mi idea es ofrecer contenido de calidad y diferenciarme. Fue una experiencia bonita, de algunos hoteles dijeron que después del apoyo pudieron contratar personas. Mi trabajo me dio es oportunidad tan linda.
“Ya cuando los hoteles estaban más acomodados ellos podían comprar el contenido”.
“Me gustaría que la vida me diera oportunidad de dedicarme a esto para siempre. A veces me preguntan que qué haría si deja de existir Instagram, lo que digo es que nos vamos a la nueva plataforma que salga y empezamos a generar contenido”.
--¿Cuándo visitan un hotel, cuánto tiempo se quedan?
--Cuando voy a un hotel pido quedarme varias noches. Me gusta hacerlo bien (el trabajo). Pedimos suficientes noches para también disfrutar. Si vamos solo dos noches, me toca trabajar mucho, casi que todo el día.
--¿Este trabajo es tan lindo y tan color de rosa como aparenta?
--Creo que si aprendés a vivir y soportar comentarios negativos y hacer que no te afecte, sí. Todo es maravilloso. El problema es que a veces uno está un poco inmaduro y te sentís ofendida, pero si pasás esa barrera y no dejás que te afecte, es maravilloso. Al final las personas pueden opinar porque les abrís tu vida y tu casa, unas lo hacen en positivo y otras en negativo, pero hay que entender que las personas tienen opiniones diferentes y no permitir que eso te afecte.
--¿Cómo separa su vida personal de las redes sociales en las que documenta su día a día?
--Es el mayor reto no solo para mí, sino para todas las personas que trabajan en esto. Uno se acostumbra y lo disfruta tanto que ya se vuelve pasatiempo. Me encanta hacer ejercicio, tomarme fotos y trabajar, se siente como pasatiempo a veces, pero hay responsabilidad. A veces uno está cansado y no quiere tomarse fotos. Se disfruta tanto que a veces es difícil separarlo.
“Hay días en los que me desconecto. A veces llevo todo el día en Instagram no solo compartiendo, sino también viendo contenido. A veces toca dejar el teléfono y desconectarse. Es difícil, porque este trabajo se disfruta muchísimo. Es bien entretenido”.
“Es importante tener claro que uno no comparte todo. Compartimos lo más lindo y positivo. La mayoría de mi contenido es positivo (...) y que todo es bello, pero me gusta llevar la realidad. Hacerle ver a la gente que también soy una persona con problemas, que tiene complejos y que no es perfecta. De repente toca compartir ese tipo de contenido más crudo para que la gente se dé cuenta de que sos real, una persona común y corriente y que también tiene problemas. Siento que al final es un poco cansado ver solo contenido positivo y positivo. Yo también sigo cuentas y sigo personas y me gusta ver un contenido más real. Trato de llevar un balance”.