La escenografía de Dominó en la noche de los Montes de Oca respira sola: largas cortinas de plástico ligero susurran con cadencia, mientras los bailarines se arrojan en el escenario del Teatro Montes de Oca en San Pedro.
“El mayor crédito que tenemos en el arte es estimular la imaginación ofreciendo escenarios que la alimenten”, asegura el coreógrafo y director de la obra, Rogelio López.
López presenta, este fin de semana, fragmentos conectados por la repetición de un tema: unos colchones blancos que se reconfiguran ante la audiencia para convertirse en torres infinitas, en muros a punto de desmoronarse y en fichas de un juego de dominó sin ganadores.
El primer acto reúne a sus bailarines Gabriela Alfaro, Daniela Marín, Valeria Jiménez, Emerson Foster, David Jiménez y Aldo Salazar en viajes cortos, “surrealistas”, como los describe López.
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Según detalló el coreógrafo, el proceso creativo de la pieza inició con el interés de estos intérpretes de involucrarse con su compañía, López Danza. La obra tomó forma a partir de una investigación del objeto como un canal de diálogo.
“Estoy casi convencido de que los seres humanos desarrollamos empatía con una almohada”, comenta casualmente López al respecto.
Sin embargo, el objeto alrededor del cual se construye la perspectiva de esta coreografía es la cama, pues “nos retira del día en la noche y nos expulsa cuando el día comienza”.
En la cama, los intérpretes retoman temas universales: las relaciones entre las pulsiones de la vida y la muerte (el mito griego de Tánatos y Eros); la exclusión femenina, el miedo al fracaso y los vaivenes del afecto de pareja.
Aparte de la interpretación corporal, se han integrado otros estímulos, entre ellos proyecciones audiovisuales y música en vivo, violín, violonchelo y guitarra eléctrica, interpretados por Kuo-Jam Chen, Juan Felipe Avendaño y Emerson Foster.
El director ha dejado explícito el proceso de tramoya: las entradas y salidas de los bailarines, los movimientos no tan poéticos de los colchones. La decisión es otro de dichos estímulos, no es necesario esconder el trabajo duro.
Estímulos. López explica que no es la primera vez que ha trabajado con plástico para sus propuestas escénicas.
“El plástico es el material que cada vez la sociedad repudia más y a la vez lo necesita más”, dice. “Hay que buscar convertirlo en otra cosa, una cortina llevada por el viento es un mar, es una sensación de hielo, algo que rodea”.
Es así como los intérpretes interactúan con la escenografía diseñada por Carlos Schmidt, las largas cortinas de plástico que respiran vivas y los largos géneros de plástico que envuelven, asfixian y cobijan a los bailarines.
Los colchones, también recubiertos de plástico, son una fuerza que responde a los movimientos, que reciben los cuerpos cuando se arrojan, se empujan y esconden entre ellos.
Para el segundo acto, toman un papel menos metafórico y sirven para contemplar tres escenas de afecto, en las que el coreógrafo pretende que los espectadores proyecten sus propias historias personales.
“ Es un acercamiento a la cama para vivir el espacio del afecto, el afecto como lo que me recupera y humaniza”, puntualiza López , quien recibió colaboración del Taller Nacional de Danza, la Vicerrectoría de Acción Social de la Universidad de Costa Rica y la compañía Danza Universitaria .
Esta noche. Dominó en la noche de los Montes de Oca tiene presentaciones durante dos fines de semana, los días 4, 5, 10,11 y 12 de julio en el Teatro de Montes de Oca, ubicado en el edificio Saprissa de la Universidad de Costa Rica. El horario es de 8 p. m. para los viernes y sábados, y a las 6 p. m. para las funciones de domingo. Las entradas tienen un costo de ¢5.000 con descuentos para estudiantes y ciudadanos de oro.