París, Francia
Donald Trump se jactó de haber detenido proyectos de relocalización en México de varias empresas estadounidenses, incluida la automotriz Ford, aunque los principales beneficiados de esta decisión siguen guardando silencio: los robots industriales.
Se suele apuntar contra el comercio internacional y países como China o México para explicar el cierre de fábricas en países ricos, mientras que los verdaderos responsables, que ocupan un lugar central en las cadenas de montaje de la economía globalizada, son más difíciles de combatir.
Desde que el empleo industrial alcanzara su máximo en Estados Unidos a finales de los años 1970, "el 95% de las pérdidas de empleos se deben a ganancias de la productividad, incluida la automatización y las tecnologías de la información y no al comercio", señala Michael Hicks, del Centro de Investigación Económica y de Negocios de la Universidad Ball State, de Indiana (Estados Unidos).
Este estado estadounidense forma parte de los feudos industriales en los que Donald Trump triunfó en noviembre. El futuro presidente amenazó con imponer tasas aduaneras disuasorias para las empresas que deslocalicen su producción y prometió convertirse en el "mayor productor de empleos que Dios haya creado".
Sin embargo, la economía estadounidense nunca ha producido tantos bienes manufacturados, empleando en sus fábricas a 7,3 millones de obreros menos que en 1979.
Desde los años 1960, las máquinas empezaron a pintar, cortar, soldar y montar.
En la actualidad, una multitud de nuevos empleos se han visto amenazados por la inteligencia artificial, nuevos útiles de gestión o las impresoras 3D.
Para Hicks, que conoce desde hace años al exgobernador de Indiana y al futuro vicepresidente estadounidense Mike Pence, las recientes promesas de Ford, de la fábrica aparatos de aire acondicionado Carrier (con sede en Indiana) y otras de no deslocalizar no son más que "teatro político".
"El aparente giro de esas empresas estadounidenses se debe al frío cálculo negociado de bajadas de impuestos y cambios de normativa" con la administración Trump, declaró a la AFP el profesor de universidad.
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Hicks agregó que los robots representarán la parte principal de las inversiones realizadas en Estados Unidos.
Las promesas de renegociación de acuerdos comerciales permitieron a Trump ganar puntos en su campaña pero su impacto será limitado si la automatización acaba volviendo superfluos un gran número de empleos poco cualificados.
Entre 1980 y 2015, la producción manufacturera aumentó un 250% en Estados Unidos, mientras que la mano de obra de ese sector se contrajo un 40%, según un estudio de la Brookings Institution en Washington.
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"Esas curvas divergentes, que reflejan el alza de la productividad del sector, muestran un enorme problema para las promesas de Trump de ayudar a los obreros haciendo volver millones de empleos industriales", escribió en un blog Mark Muro, experto de la Brookings Institution.
La utilización de robos industriales en todo el mundo aumenta incansablemente, según la Federación Internacional de Robótica. Su primer mercado es China.