En la Grecia clásica se pensaba que el destino era algo inexorable: lo que estaba escrito, se cumplía.
Por eso, el pobre Edipo no pudo escapar a su enorme tragedia: estaba escrita en su destino.
A los griegos futboleros, el hado los ha tratado con dura mano, a pesar de contar en sus vitrinas con una Copa de Europa (la del 2004, que no es poca cosa).
En Mundiales, el asunto anda peor para los helenos: apenas dos presentaciones, en ambas se quedó en la fase de grupos y con puestos en los bajos fondos a la hora del recuento final: 24, en Estados Unidos 1994; 25, en Sudáfrica 2010.
De las selecciones europeas que concurren a la cita brasileña, G recia presenta la hoja de vida mundialista de mayor modestia (salvo Bosnia, que debutará en una Copa del Mundo).
Apenas registra una victoria y cinco derrotas en seis juegos, con dos goles (ambos a Nigeria en su íngrimo triunfo, 2-1, del 2010).
Sin embargo, el destino griego puede cambiar: a priori parece tener un chance de torcerle la mano a la fortuna en Brasil 2014.
Está claro que todos los equipos mundialistas son respetables y ninguno regalará nada; pero...
Hay que convenir que el grupo griego no se le compara al B (España, Holanda, Chile y Australia) o al D (Uruguay, Italia, Inglaterra y Costa Rica).
Colombia –cabeza del grupo C– debería cumplir con las expectativas y sellar su pase a la ronda de octavos de final.
Eso dejaría a los griegos – a priori , hay que repetirlo– en disputa con Costa de Marfil y Japón por el otro boleto del bloque.
Apuesta. Suena increíble decir que Grecia no se destaca por la estética; pero en fútbol, el estilo se decantó por un sistema defensivo rocoso y tenaz, aplicado con una disciplina digna de la antigua Esparta (las vueltas que da el destino después de tantos siglos).
En la fase de clasificación, solo toleraron cuatro goles y apenas marcaron 12, en 10 partidos.
Cosecharon 25 puntos, los mismos que Bosnia, pero la diferencia de goles a favor de los bosnios (+24 a +8) los puso a jugarse el boleto mundialista en el repechaje.
La suerte fue generosa: el sorteo de la UEFA le evitó un peso pesado como Francia o Suecia (que se eliminaron, por cierto, entre sí) y le puso a Rumania en el cruce.
Grecia encaminó su boleto en Atenas (3-1) y sentenció en Bucarest (1-1) su tercera participación en una Copa del Mundo y la segunda al hilo: un hito.
Los griegos de este siglo XXI tienen una enorme oportunidad de torcer, para bien, su destino y corregir a sus antepasados..., aunque sea jugando al fútbol.