Redacción
En el colegio General Viejo, en Pérez Zeledón, tres estudiantes se han accidentado en el planché techado. Las columnas de cemento que soportan el techo se construyeron prácticamente dentro del área de juego, lo que provoca que los jóvenes queden expuestos a cualquier golpe mientras realizan deporte.
"Este lugar no está en condiciones ni de seguridad, ni de calidad, ni de espacio físico para albergar al estudiantado", reconoce José Luis Fernández, director del centro educativo de 720 estudiantes.
La realidad que afronta este colegio se repite en casi todo el país. La Nación contabilizó alrededor de 30 obras deportivas inconclusas o mal construídas, de acuerdo a una consulta realizada a los asesores de Educación Física.
Se detectó infraestructura de este tipo en centros educativos de las regiones Zona Norte-Norte, Pérez Zeledón, Coto, San Carlos, Sarapiquí, Liberia, San José Oeste y Desamparados, pero no existe un dato exacto sobre la cantidad de edificaciones inconclusas, ya que el Ministerio de Educación Pública (MEP) no lleva una estadística.
El común denominador de la mayoría de las obras es que se construyeron antes del nacimiento de la Dirección de Infraestructura y Equipamiento Educativo (DIEE) hace ocho años, por lo que no hay un registro que determine con qué materiales se fabricaron, el diseño utilizado y si cumplía alguna de las normas que se exigen actualmente.
"A veces nos dicen que hay una estructura en muy mal estado y tal vez nunca se aprobó. Entonces saber cuáles están bien o mal en los 5.500 centros educativos es difícil", explicó Wálter Múñoz, director de la DIEE.
En este momento hay tres prototipos: cancha techada, salón multiuso y gimnasio. La construcción elegida se basa en el presupuesto y el espacio con que disponga cada colegio, entre otros aspectos.
Estas edificaciones deben cumplir una serie de requerimientos en diseño y calidad de los materiales.
El principal inconveniente que provocan las obras inconclusas es que quedan cabos sueltos que posteriormente son un peligro para los alumnos. Un ejemplo común es cuando se construye un planché sin techo y con el piso sin lijar.
El alumno se raspa las rodillas, se golpea y, en caso de lluvia, el piso se moja y se expone a una lesión.
Aunque no se tiene un registro, Muñoz se ha encontrado en el camino estructuras de este tipo.
En una ocasión le solicitó a la dirección de un colegio que cortara cuatro tornillos expuestos que se salían de una placa metálica que se instaló hace casi 20 años, con el fin de que se convirtiera en un gimnasió algún día.
Durante todo ese tiempo, los tornillos fueron una amenaza para los jóvenes que practicaban deporte.
Razones. Según Muñoz, las estructuras mal hechas pudieron nacer de dos formas: al no existir la DIEE, se construyeron sin que existiera un prototipo establecido, y solo con base en el juicio del constructor; o, en algunos centros educativos se fabricaron gracias al esfuerzo económico de la comunidad, que mediante rifas, bingos y otras actividades lograron reunir un presupuesto mínimo para al menos hacer un planché. Por lo tanto, muchas no tienen techo ni las condiciones básicas.
"Yo me pongo en los zapatos de ellos y sé de la necesidad que tienen, pero es mejor esperar un tiempo más para darle una solución real, porque a veces, por las buenas intenciones hacen cosas desastrosas", agregó Muñoz.
En este momento se aplica un modelo de construcción de obras deportivas por demanda, esto quiere decir que las escuelas y colegios que tienen infraestructura incompleta deben solicitar a la DIEE que les finalice la obra.
El objetivo de esta organización es desarrollar una base de datos que les permita conocer la calidad de las estructuras en cada uno de los centros educativos del país.
Del total de escuelas del país, solo un 9% tiene gimnasio, lo que refleja un rezago grande en esta área.
Esto quiere decir que únicamente 341 centros educativos de los 3.733 que hay en Costa Rica cuentan con un sitio idóneo para hacer deporte.