Si usted pide por WhatsApp a sus compañeros de colegio la materia para ponerse al día en el estudio, va bien encaminado. Si es consciente de que el fútbol es una actividad maravillosa que podría colmar su existencia, pero, paralelamente, está convencido que debe prepararse como un ser humano integral, continúe así. Esa es la ruta correcta, la senda que lo conducirá a consolidar el potencial futbolístico que indudablemente exhibe, sin desoír jamás su voz interior, ese Pepe Grillo que nos recuerda a todos quiénes somos y que, en su caso, le pide no envanecerse ni dormirse en los laureles, porque el futuro no tardará en llegar. Aprenda que el mañana es una trama que se teje y se afianza en el día a día.
A su edad, uno piensa que cada hoja que cae del calendario, simplemente, se sustituye, y así hasta la eternidad. En realidad, los minutos, las horas, los días, los meses y los años son recursos no-renovables. En esa tesitura, siga formándose; profundice en táctica, estrategia; fortalezca su disciplina dentro y fuera de la cancha. Convierta las esperas en los aeropuertos y el asiento de los aviones en pupitre, escritorio y butaca. Adquiera el hábito de la lectura y comprobará el anchuroso mundo que se abre. Vea cine durante los vuelos; cualquier película, buena o mala, es posible convertirla en cátedra. Aproveche esos audífonos que usan ustedes cuando bajan de los autobuses en los estadios para escuchar buena música, desarrolle esa sensibilidad. Friedrich Nietzsche decía: “Sin la música, la vida sería un error”.
No haga caso de los elogios desmedidos, mucho menos a los aduladores. Pero tampoco crea a pie juntillas en eso que dice la gente, que los periodistas tiramos a los novatos para arriba, que les llenamos la cabeza de humo, que los encumbramos tanto que se vuelven estrellas fugaces, cuya luz se apaga en un dos por tres. No hay tal, Manfred. El arquitecto de su destino, es usted. Vendrán nuevas y mejores jornadas en el fútbol y también le tocará encarar el fracaso alguna vez. Confíe en Dios. Siga adelante, contra viento y marea. Lleve en el alma las enseñanzas de su hogar y comprobará que son verdaderas cartas de navegación. No afloje nunca y siga adelante, ¡siempre adelante, goleador!
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