El corazón de Alajuelense late cada vez más lento. El cuadro manudo está en cuidados intensivos y no muestra signos de mejoría, al llevar tres jornadas con respiración artificial, con vida no por su mérito, sino porque los demás no se atreven a matarlo, pero parece que eso está a punto de llegar a su fin.
Este domingo, después del empate 1 a 1 frente a Carmelita, el doctor se acercó y dio su veredicto: solamente un milagro salvará al León. La Liga ya no puede alcanzar a Saprissa, Pérez Zeledón ni San Carlos, solamente tiene una leve esperanza por el cuarto puesto; no obstante, quedó a cuatro unidades de Herediano con seis en disputa para ambos.
La actitud de los futbolistas manudos es la que muestra una persona agonizante: no hay ganas, no hay deseos, no hay vida... Simplemente se queda a expensas del tiempo para que llegue el momento; así está Alajuelense.
Los erizos intentaron, desde el primer minuto, buscar una victoria que ilusionara a sus aficionados; el gol cayó rápidamente, a los 47 segundos.
Róger Rojas se escapó por derecha, aprovechó un gran servicio de Anthony López y con un derechazo dejó sin reacción a Kevin Chamorro. El catracho, con su diana, hacía prever una tarde de ensueño, empero la Liga solo fue ese destello.
A los manudos les costó el partido después del tanto; ellos se trabaron con el estilo del rival y carecieron de creatividad para salir del enredo en el que estaban.
Carmelita, por su parte, no se desesperó pese a que estuvo 45 minutos en la Liga de Ascenso. Los verdolagas buscaron tener posesiones largas, presionar por las bandas e intentar que el mano a mano de sus atacantes les diera una oportunidad.
Al equipo de Cañón González se le vio el hambre que no tuvo su contrincante, pues cuando un jugador de la Liga picaba por una pelota atrás iban dos de Carmelita y cuando tenían que dobletear una marca, siempre aparecía un zaguero más para reforzar en la tarea.
Los carmelos consiguieron tirar atrás a un rival sin alma, lo metieron en su área y así empezaron a obtener jugadas de táctica fija; en el último suspiro de la inicial llegó el ansiado 1 a 1.
Róger Rojas le cometió un penal a Nextaly Rodríguez, el hondureño en un tiro de esquina agarró con fuerza al juvenil y se lo llevó al césped sintético para que Keylor Herrera señalara el manchón blanco; seguidamente Bernald Alfaro marcó.
Para la segunda parte, la afición de Alajuelense que fue al Rafael Bolaños hizo su parte: alentó, exigió, creyó; sin embargo, en la cancha no encontró la respuesta deseada.
Alajuelense no se acomodó en el campo, la imprecisión reinó en los pases, la falta de calma en el último cuarto de cancha fue notoria y las ocasiones de gol fueron escasas. Constantemente Ariel Lassiter, Róger Rojas y Alex López quedaron en fuera de juego, es decir, estaban jugando un ritmo más adelante que el del desarrollo del partido, así eran presas fáciles de la zaga.
Hernán Torres no encontró respuestas, primero iba a meter a Freddy Álvarez, luego decidió enviarlo al banquillo nuevamente. El mismo técnico estaba descontrolado, no sabía qué hacer para cambiar lo que sus ojos, detrás de una gafas oscuras, veían en el campo.
Con una Liga atontada, con un ritmo desacelerado e intentando patalear para no quedar en el camino a falta de dos encuentros para terminar su calendario, Carmelita empezó a hacer un juego más inteligente.
Los verdolagas empezaron a contragolpear y estuvieron a punto de aniquilar al León. Sobre la hora, José Rodolfo Alfaro recibió una patada en el área manuda pero Herrera no la pitó.
Desde el lado del equipo local, el conjunto de Fernando Palomeque llegará con opciones de salvarse a la última fecha: debe ganarle a San Carlos y esperar a que la UCR pierda, de esta forma se quedaría en primera.
Queda un cupo para Herediano, Grecia, Cartaginés y la Liga, aunque los manudos no tienen derecho a perder más puntos y necesitan que florenses, brumosos y griegos dejen unidades en el camino. Ya ni la respiración artificial da esperanza a los manudos, la conclusión para la Liga ya la dio el doctor: solo un milagro la metería en la fase final.