Pasión, un deseo descomunal por cumplir los sueños y una disciplina envidiable. Todos estos ingredientes brotan en un equipo en el que también sobra compromiso y aunque no medie un salario, hay una ambición que va más allá de lo que se puede explicar.
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En el Cartaginés Femenino, que compite en la Segunda División, abundan las historias de superación y es que el club se convirtió en el medio para que estudiantes de medicina, ingenieras del Tecnológico de Costa Rica (TEC), trabajadoras en diferentes ramas y adolescentes que cursan su secundaria cumplan su gran anhelo.
El proyecto que inició previo a la pandemia ha ido tomando forma y se consolida con jugadoras 100% de la Vieja Metrópoli. Aunque los mismos brumosos reconocen que aún están lejos de lo que quieren, bajo el escudo blanquiazul este grupo de futbolistas tiene un respaldo que ni ellas imaginaban: juegan sus partidos en el Fello Meza, cuentan con la indumentaria necesaria, tienen un cuerpo técnico completo que encabeza José Raúl Ovares y por primera vez se sienten parte del equipo de la provincia.
Claro, si en la Primera División de Costa Rica es imposible vivir como profesional de este deporte, en la Segunda mucho menos, y por lo mismo, las blanquiazules tienen que hacer un sacrificio tras otro para alcanzar sus metas. Trabajar o estudiar durante todo el día y luego correr para llegar a los entrenamientos o partidos, es la realidad de la gran mayoría del plantel.
“Hay mucho sacrificio. No todas vivimos cerca, no todas tienen carro y es complicado movilizarnos. Además, varias estudian, otras trabajamos y es difícil, porque uno viene de trabajar todo el día y luego llega al club a entrenar o jugar. No es como uno desearía, pero es parte de los sacrificios y por la pasión que hay... En mi caso desde pequeña juego fútbol, he estado en todos los equipos desde la escuela, el colegio y la universidad. Estudié en el Tecnológico de Costa Rica y ahí me motivé más”, contó María Laura Castro, quien es Ingeniería en Seguridad Laboral e Higiene Ambiental.
Para dimensionar mejor la vehemencia con la que estas mujeres persiguen lo que quieren, basta con ver el caso de Valentina Serrano, quien por primera vez está en un equipo profesional y pese a que se prepara para ser doctora y cursa una de las carreras más exigentes, igual lleva de la mano el fútbol y se multiplica para cumplir con todo.
Serrano empieza su día en la madrugada, asiste a sus clases, estudia y luego corre para llegar a las prácticas y así no perderse ningún juego. Muchos califican de descabellado lo que hace; ella lo explica con una sonrisa; es pura pasión y por lo mismo hasta probó en el futsala.
“Siempre he tratado de llevar esta pasión con el estudio y en realidad es muy cansado, pero cuando se tiene disciplina y compromiso todo va de la mano. El fútbol me hace feliz y también tengo la gran responsabilidad de mi carrera. Estudio medicina en la Universidad Hispanoamericana y muchas personas me dicen que cómo hago para jugar y llevar esta carrera, pero todo es disciplina, compromiso y saber acomodarme. El fútbol me ayuda a que me vaya bien en el estudio, porque es una manera de despejarme”, contó.
Una realidad inesperada
Monserrat Arias ha vivido todo el proceso del Cartaginés Femenino, desde que nació el proyecto con las visorías hasta que hoy en día luce mucho más consolidado. Su asombro con la evolución del equipo es total.
Arias sabe como ninguna otra lo que ha costado llegar al momento actual y es que ella creció jugando con hombres, se formó en escuelas de fútbol de niñas y es por esto que pese a que su trabajo como ejecutiva en el Banco Nacional es demandante y el ser parte de un club es exigente y le hace perderse actividades familiares, no se cambia por nadie.
“Pasamos de que prácticamente nadie supiera que estaba el equipo femenino del Cartaginés, a que ahora tengamos afición en las graderías, que en redes sociales el movimiento sea significativo y jugar en el Fello Meza... Soy de las más veteranas del equipo y veo chicas con 14 o 15 años y les digo que arriesguen todo lo que sea, porque ahorita hay mucha apertura para el fútbol femenino y también hay más visibilidad y apoyo. Tal vez ellas pueden llegar a cumplir metas o sueños que uno a su edad vio como imposibles”, contó Arias.
Para esta jugadora y también aficionada fiel del Cartaginés es increíble vivir experiencias como las que tuvo con una niña hace unas semanas, cuando iban saliendo para un partido y la pequeña las miraba con ilusión en el Fello Meza. La madre de esta niñita le dijo que en unos años esa futbolista podía ser ella y para Monserrat ese brillo que vio en los ojos de esa fanática vale el jugar sin un salario y el arriesgarlo todo.
“Tal vez no visualizaba toda esta evolución y todo el apoyo que hemos tenido. Nosotras venimos y nos cambiamos en el camerino de primera, usamos la cancha del Fello Meza, contamos con el respaldo del club y es muy bonito que hasta poco a poco lo van reconociendo a uno. Es gratificante ser ejemplo para las más pequeñas y tal vez seamos la motivación para que crean que se puede”, comentó la futbolista.
El conjunto de la Vieja Metrópoli se ubica en el grupo dos de la zona uno de la Segunda División. Actualmente ocupa el segundo lugar de su sector, con 12 puntos en seis presentaciones (cuatro ganes y dos derrotas). En la tabla general es tercero, por detrás de La Suerte con 16 unidades y Coronado con 15. La meta es hacer historia y ascender a la Primera División.