Jairo Arrieta tiene la voz entrecortada. Aunque desde hace un año vive la dinámica de estar lejos de su esposa y tres hijos, es imposible acostumbrarse. Desde que Arrieta firmó con Jicaral, en la Liga de Ascenso, su vida cambió drásticamente porque el jugador se trasladó a vivir a Nicoya, Guanacaste, mientras que su esposa, Andreína, y sus tres hijos, Fabiana, Jairo y Julián, se quedaron en San José.
El trajín de jugar fuera del Valle Central, además de la vida establecida que tienen sus pequeños en la capital, hace que Jairo pase noches difíciles para conciliar el sueño, sobre todo porque extraña su núcleo familiar.
El Pamperito no esconde que ha llorado, pero es enfático en que estar lejos de los suyos es parte del sacrificio para darles calidad de vida.
“Es complicado, porque yo soy muy familiar, muy de estar con mi señora. A mí me gusta estar viendo tele con ellos, jugando, lo que sea, pero siempre con ellos, entonces la decisión de venir a Jicaral fue sumamente meditada”, aseguró.
![Jairo Arrieta junto a su esposa, Andreína, y sus hijos: Julián, Jairo y Fabiana. Fotografía: Jairo Arrieta](https://www.nacion.com/resizer/v2/UR3G5L4GGNAOLNZ4ZCKANJXKWM.jpeg?smart=true&auth=0d1955f17fa4321da74c277da9e0be40c5a430543a51fbe7537d08e731827096&width=768&height=543)
En experiencias anteriores fuera de Costa Rica, Jairo estuvo algunas semanas solo, pero nunca meses.
“Yo me fui al fútbol de Guatemala, pero cuando ellos llegaron a acompañarme no se adaptaron muy bien, ante esto tuvimos que regresar y ahí fue cuando firmé con Futbol Consultants”, relató.
La llegada a San José hizo que los hijos de Jairo encontraran comodidad en el aspecto académico. De hecho, Fabiana le pidió a sus padres que en la etapa de secundaria, no la cambiaran de colegio.
“Fabiana está cerca de salir del colegio y no queremos que le afecte. Por otra parte, Jairo, que es el del medio, juega en la U-12 de Saprissa y ahí va en su proceso. Si yo me los traigo, les corto todo eso”, analizó.
Sobre los hombros de Andreína, esposa de Jairo, recae la mayoría de la responsabilidad del hogar.
“Para mí es un poco complicado porque toda la carga del ‘trajín’ con los chicos me toca a mí, ya que toda mi familia está en Guanacaste también. Me ha tocado sacrificar proyectos profesionales. Ahora en esta etapa que ya Jairo va más de salida, él se encuentra también desarrollando negocios en Guanacaste y ahora que nuestra hija va a salir del colegio, esperamos establecernos por allá”, detalló.
Ser padre a distancia no es sencillo. De hecho, Arrieta intenta trasladarse todas las semanas a San José.
“La idea mía era lograr el ascenso en un año y traérmelos a Nicoya, pero ellos están muy a gusto en San José. La verdad, no he querido quitarles esa ilusión de triunfar en lo académico y en lo deportivo. El esfuerzo que hacemos como familia es muy grande, porque no nos vemos, pero ahí vamos”, dijo.
Jairo, si Jicaral juega como visitante en San José, va a dormir a su casa; pero si no, debe esperar sus días libres para acercarse a su familia.
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Una imagen que al jugador lo golpea cada vez que sale de su hogar es cuando su hijo menor, Julián, le ruega que no se vaya. Con un nudo en la garganta y ojos vidriosos, Jairo sale para iniciar una nueva semana de entrenamientos.
Una vez en Nicoya, el exsaprissista se distrae y evita la nostalgia al trabajar la madera, una tradición familiar.
“Aserramos madera, desde pequeño trabajo con mi papá y siempre le ayudo. Yo cargo cosas, las saco, las limpio. Es bonito trabajar con madera, la verdad la disfruto, es entretenido. Es una situación bonita para mí porque me levanto a las 6 a. m. a trabajar y a veces me dan las 6 p. m. y no he terminado”, pronunció.
Jairo Arrieta es padre a distancia, todos los días habla con su familia por videollamada, pero no esconde que la tristeza lo invade al no poder acostarse y levantarse con los suyos.