Hoy, 25 de septiembre del 2005, se cumplen 99 años del nacimiento de José Figueres Ferrer, expresidente de Costa Rica, quien decretó la abolición del ejército el 1.° de diciembre de 1948, tras una guerra civil de cinco semanas, que dejó un saldo de 2.000 muertos.
El "mazazo" visionario, que puso las bases para más de medio siglo de estabilidad política y notables progresos en materia educativa y de salud en Costa Rica, no fue conocido ni reconocido en su verdadera dimensión en aquellos días.
Era una época convulsa, de guerra fría, de poca comunicación, por lo que la decisión de Figueres y de la Junta de Gobierno no caló internacionalmente.
El Premio Nobel de la Paz de 1948 fue declarado desierto. De todos modos, Figueres no podría haber sido candidato pues las inscripciones se cierran a comienzos de año.
Sin embargo, es muy posible que el comité del Storting, o parlamento noruego, a cargo de los trámites, no haya tenido información inteligente sobre lo acontecido en Costa Rica ya que el siguiente Nobel de la Paz, en 1949, se le otorgó a John Boyd, fundador de la FAO, y en 1950, para no ir más lejos, a Ralph Bunche, funcionario de las Naciones Unidas mediador en el conflicto de Palestina.
A punto de cumplirse el centenario de don Pepe Figueres, propongo remediar ese histórico vacío y que se le otorgue al visionario político un Premio Nobel de la Paz póstumo.
Criterio ausente. El 27 de noviembre de 1895 Alfred Nobel redactó su testamento final, en el que instituyó cinco galardones, entre ellos el Premio Nobel de la Paz. El magnate de la dinamita dejó tres criterios, según los cuales este galardón se otorgaría anualmente "...a la persona que haya laborado más y mejor a favor de la fraternidad entre los pueblos, la supresión o reducción de los ejércitos permanentes y la celebración de congresos por la paz".
Nobel dejó en manos de un comité del Storting la escogencia de ganadores. El premio fue concedido por primera vez el 10 de diciembre de 1901, al cumplirse cinco años de la muerte de Nobel. Le correspondió a Jean Henri Dunant, el suizo fundador de la Cruz Roja Internacional e iniciador de la Convención de Ginebra, y al francés Frédéric Pasy, fundador de la Société pour l´arbitrage entre nations. Esta selección marcó una tendencia a la hora de escoger futuros ganadores, casi siempre en función de sus aportes a la institucionalidad internacional.
Ninguno de los 111 ganadores de las 84 veces que se ha otorgado el Premio Nobel de la Paz (a menudo fueron compartidos por dos y hasta tres ganadores, y en 19 ocasiones no se otorgó a nadie) se ha ajustado estrictamente a la voluntad de Nobel en lo que respecta a la abolición de ejércitos. La mayor parte fueron concedidos a personalidades de Europa y Estados Unidos que fundaron organismos internacionales, convocaron conferencias de paz, o mediaron en acuerdos de paz entre naciones o regiones.
Pero generalmente los premiados no se caracterizaron por suprimir directamente o reducir sustancialmente un ejército como mérito especial previo para recibir el premio.
No ignoro que según los estatutos reformados del Nobel, los premios no pueden ser concedidos después de la muerte de una persona. Pero sí hubo una excepción, al otorgárselo póstumamente a Dag Hammarskjold, secretario general de las Naciones Unidas, fallecido en un accidente de tránsito a principios de 1961.
Con un poco de imaginación y espíritu de justicia, los noruegos podrían, excepcionalmente, dar a Figueres un Premio Nobel de la Paz póstumo, simbólico, sin dotación económica y sin excluir a otro ganador viviente en el año en que se le otorgue.