La estela funeraria de Hegeso es reconocida como una de las más valiosas que se conservan. En ella, una mujer griega de la nobleza entrega joyas a su joven doncella, mostrando una serena expresión de desprendimiento.
Es una metáfora sobre la fugacidad de los bienes materiales al enfrentar la inevitable hora final, ya que no nos acompañarán. Nos alerta sobre el cáncer mundial que es el consumismo; el exceso suele dañar y desviar nuestro rumbo.
El consumismo representa un estilo de vida que mantiene una obsesiva orientación hacia la posesión, en detrimento del verdadero ser. Qué gran pobreza y desorientación es confundir los medios con los fines.
El filósofo danés Kierkegaard afirmó que “la puerta de la felicidad se abre hacia fuera”. Debería ser propio de nuestra existencia buscar la felicidad con la mirada puesta en el espíritu de servicio, en nuestra contribución a los demás.
Se le atribuye a Teresa de Calcuta haber dicho: “El día más bello: hoy. La cosa más fácil: equivocarse. El obstáculo más grande: el miedo. El mayor error: abandonarse. La raíz de todos los males: el egoísmo. La distracción más bella: el trabajo. La peor derrota: el desaliento. Los mejores maestros: los niños. La primera necesidad: comunicarse. La mayor felicidad: ser útil a los demás. El misterio más grande: la muerte. El peor defecto: el mal humor. El ser más peligroso: ser mentiroso. El sentimiento más ruin: el rencor. El regalo más bello: el perdón. Lo más imprescindible: el hogar”. ¡Qué grandes claves para encontrar la felicidad!
La esperanza es vital para la felicidad. Esta virtud nos enseña que el tiempo está lleno de significado. Filón de Alejandría sostenía que quien pierde la esperanza pierde la semilla de la vida. Quien pierde la esperanza lo ha perdido todo. Fuimos creados para la alegría, como afirma el filósofo francés Fabrice Hadjadj. La alegría es la primera manifestación del bien en nosotros, pero el bien no tolera las apariencias, como afirmaba Platón, solo se alimenta de realidades.
A menudo, nos encontramos con falsas alegrías y falsas ilusiones. También fuimos creados para la paz, tanto interna como externa. La alegría y la paz son dos grandes bienes espirituales de la humanidad: el kaire (alegría en griego) y shalom (paz en hebreo).
Sin embargo, la esperanza necesita la luz de la fe y el peso del amor para no desfallecer. Tres grandes disposiciones del espíritu son creer, esperar y amar. Son tres ejes de la felicidad humana donde nuestra libertad emerge, ya que nos moldeamos a través de decisiones libres.
El viaje hacia la eternidad es inevitable. ¿Qué dirá nuestro epitafio? Somos lo que creemos, esperamos y amamos. Somos lo que elegimos libremente. “Todo lo mío lo llevo conmigo”, dirá uno de los grandes sabios de Grecia, llevando consigo toda su verdad. Sin embargo, nunca llegaremos a alcanzar la verdad si no la conocemos, si no la amamos.
Necesitamos una metanoia, una transformación en nuestra forma de pensar, para darnos cuenta de que somos capaces de trascender. Podemos desprendernos de las cosas superfluas, del ruido y las distracciones mundanas. Podemos alejarnos de “la prosaica visión de los caminos”. Será mejor ir ligeros de equipaje para marcharnos con las alas abiertas, listos para volar.
La autora es administradora de negocios.