Con una borrasca de sensaciones trastornando mi habitual serenidad, hago al gobierno una vehemente solicitud: indague, escudriñe o, cuando menos, husmee qué ocurre en el Consejo Nacional de Producción.
Qué cosas, procedimientos administrativos o conductas se practican en esa institución para que —a propósito de la desaparición de miles de paquetes de pastas, bolsas de arroz, harina, frijoles y otros abarrotes de una bodega— un miembro del movimiento cooperativo haya dicho lo que, aun para mi complaciente juicio, es inconcebible: “La gente responsable no sabía que era responsable y no se le puede achacar una responsabilidad”.
Mi estupor no solo es producido por la desaparición o “vencimiento” de tanta cantidad de alimentos que debieron llegar a las bocas de niños, policías y víctimas de desastres naturales, sino también por la pavorosa abstracción que se hace de la irresponsabilidad.
Es la negligencia administrativa encumbrada hasta el vértice de lo incorpóreo: el responsable no sabe que lo es y, en consecuencia, no se le puede “achacar”, concretar y convertir en sustantivo su incompetencia.
La responsabilidad en el trabajo implica que una persona debe cumplir con determinadas obligaciones o tareas, y asumir las consecuencias de sus actos. En el CNP, parece significar arrojarla al aire para que no descienda en ninguna persona y permanezca en estado intangible: si no hay responsables, la investigación queda embodegada en algún rincón, como un producto vencido.
Son los dominios indeterminados y cargados de vaguedad de algunas instituciones públicas. No obstante, las preguntas tienen un peso y volumen específicos: ¿Cómo desaparecen 31.000 latas de atún, 17.900 bolsas de arroz y 6.400 botellas de aceite de una bodega en ocho meses?
Si hubo robo hormiga, la colonia debe estar bien organizada. Y solo para mencionarlo de paso, estas colonias están formadas por reinas y obreras que obedecen. Si se descubrieron discrepancias entre el inventario registrado y las cantidades reales de abarrotes, algún ser de carne y hueso fue el responsable de tan contradictoria diferencia.
La pérdida económica es de poco más de ¢248 millones. ¿No le parece una cantidad que eriza la piel, presidente? Usted, tan afecto a señalar con semblante y gestos enérgicos, debe dirigir una mirada al CNP. Ahí ocurren cosas que guárdeme el cielo de nombrar con palabras que mejor mantengo cautivas en mi cabeza. Pero las que sí se escuchan en ella como un fatal eco son las que afirman que el auditor del CNP no pudo hacer una relación de hechos y “llegó hasta donde pudo”.
La relación de hechos es un informe que elabora el auditor cuando hay indicios de un acto irregular. Pero en el informe, el auditor llegó hasta una frontera que no pudo franquear. ¿Cuáles fueron los obstáculos y las malezas con los que se encontró el auditor para quedar atascado en el camino de la relación de hechos?
Si él no pudo hacerlo, “¿cómo pretende que alguien más lo haga?”, dijo una voz autorizada del CNP. Las últimas palabras tienen un tufo a funeral: nadie más hará la investigación y las cosas acabarán sin responsables, sin sanciones, sin bolsas de arroz y con el aceite derramándose de las botellas haciendo resbalar toda pesquisa.
En el CNP, y en otras instituciones públicas, el tronco que alimenta la autonomía hizo crecer tantas y tan diversas ramas que algunos funcionarios pueden colgarse de ellas para justificar confidencialidad, pérdidas económicas, dilapidación de recursos y, por último, una singular concepción de la responsabilidad que se diluye como una fumarola y no se encarna en nadie. Es la responsabilidad vestida de fantasma.
En el caso particular de los abarrotes desaparecidos de una bodega del CNP, es imperioso, para enderezar un poco la encorvada credibilidad de la institución, introducirse en los túneles del hormiguero institucional a fin de descubrir por cuál salió tanta mercadería, qué género de hormiga llevó sobre sus espaldas tal cantidad de producto y, por último, desterrar aquellas que dañaron la buena tierra bajo la que se fundó en 1948 el CNP.
El autor es educador pensionado.
