El sábado 26 de mayo y, sorprendentemente en La Nación, el ex secretario general del PLN y miembro del Comité de Bioética de la Conferencia Episcopal, Fernando Zamora, utiliza la sección de “Opinión” para analizar lo que él plantea como el control del poder político en asuntos médicos y científicos.
Un escrito de alguien que cree conocer de avances médicos, mas lo hace desde la moral de un conservador.
Lo primero es que compara violaciones tácitas de derechos humanos —como esterilizaciones con fines eugenésicos a principios y mediados del siglo pasado en California— con avances importantísimos en las últimas décadas en el campo de la salud reproductiva, los cuales celebramos desde la comunidad científica. Pero Zamora va más allá y los califica de “forma de control político”. Analicemos el asunto desde la óptica científica.
Gesto altruista. Donación de óvulos fértiles es una entrega anónima, altruista y desinteresada de una mujer a otra con el fin de que la segunda lo geste posterior a ser fecundado con el esperma de su pareja, entre otras. Esto conlleva una mínima compensación económica a la donante: la mujer dona su material genético y eso no significa la pérdida de algo irreparable.
Es decir, si bien ceder el óvulo aporta la mitad del material genético insustituible en la creación de un nuevo ser, también son insustituibles la fecundación con el semen, la gestación y, finalmente, la acogida del nuevo ser en una familia en la cual es deseado y querido.
Algo similar ocurre cuando se trata de donantes masculinos de esperma. El aporte de material genético con fines reproductivos ha ayudado a miles de personas a realizarse como madres y padres, y eso se celebra desde los avances en salud reproductiva.
Zamora opina sobre la gestación por sustitución, y cito textual: “Esto ocurre en Europa con el alquiler de úteros. La madre sustituta se convierte en un bien comercial, y la vida del menor en un simple objeto de comercio, un brutal atentado contra el derecho del menor a su propia identidad y a disfrutar de un hogar y una familia”.
Para empezar, utilizar términos como “alquiler de útero” o “menor como objeto de comercio” es prejuicioso. Es, en principio, ofensivo para las personas que hemos participado en estos procesos y un irrespeto de un representante de la Conferencia Episcopal hacia nuestros hijos. Pero el desconocimiento es atrevido.
La gestación por sustitución, o gestación subrogada, es regulada en varios países. En el estado de California, por ejemplo, está regulada desde 1993 y protege los derechos de las gestantes, de los padres por intención y el bien superior del menor con tasas de éxito superiores al 95 %. En el mismo ejemplo de California, a las mujeres que deciden voluntariamente gestar el hijo de otras personas las mueve principalmente un fin altruista antes que económico, aunque es obvio que por lo complejo y la baja laboral por el embarazo deba mediar una compensación económica.
Por otro lado, la gestante no es madre biológica y se entiende que una vez terminado el proceso el niño va a su hogar con sus padres biológicos, lo cual no veo por qué afectará la identidad, ni mucho menos, la permanencia en un hogar que les desea y les ama.
Calidad de vida. El tercer punto sobre el cual escribe el articulista es la eutanasia o muerte asistida. Quiero recordarle que como, médicos, valoramos la salud y su calidad, así como la vida y la calidad de vida. Es muy importante tener clara la diferencia entre el hecho en sí y la calidad del hecho.
A pesar de los avances en medicina paliativa, no se ha logrado mejorar de forma aceptable la calidad de vida de personas que padecen determinada condición médica, y es por lo cual surge la muerte asistida y digna. Precisamente, contar con una regulación legal ayudaría a quien voluntariamente decida aplicarla, y delimitaría, según criterios médicos, quiénes califican para ella o no.
No. Los avances tecnológicos y de salud no se rigen por fines políticos. Los costarricenses de a pie ya no somos tan de a pie, y vamos a alzar la voz cada vez que políticos o religiosos traten de imponerse sobre nuestra libertad.
Aporte a la humanidad. Termino mencionando a uno de los investigadores médicos que más admiro. Jonas Edward Salk (1914-1995), cuyo principal aporte para la humanidad fue el descubrimiento de la vacuna contra la polio, en 1955.
Antes de su descubrimiento, la poliomielitis fue la principal amenaza para la salud pública en la posguerra, enfermedad que dejó como saldo miles de muertos y otros miles, principalmente niños, con secuelas. Salk dijo que “la esperanza vive en los sueños, en la imaginación y en la valentía de quienes se atreven a convertir los sueños en realidad”.
La bioética dista de ser un parámetro estático de medida porque la biología ya no es tan exacta y la ética es subjetiva. Lo que me llama mucho la atención es la forma conveniente como algunas personas, en una misma oración, alaban y condenan los avances científicos según su discurso.
La ciencia y los investigadores en el campo de la salud no han dejado de trabajar. Por el contrario, de generación en generación se han dado a la tarea de mejorar la salud y la calidad de vida de la humanidad, y estos cambios serán gigantes en los próximos años.
El autor es otorrinolaringólogo pediátrico, miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Familias Homoparentales y Diversas de Costa Rica.