Desde el punto de vista de la aritmética parlamentaria, el PP va a disponer de un margen de acción parecido, si bien algo menor, al que tuvo UCD, pero con la diferencia a su favor de que se trata de un partido unido, cohesionado y con un liderazgo claro y reconocido, por lo que no va a sufrir las tensiones internas que destrozaron a aquella formación. Aznar ha logrado la mayoría suficiente que pidió al electorado si bien algo corta y con los escaños obtenidos podrá gobernar, aunque necesite algún apoyo en ciertas circunstancias. Pero, sobre todo, podrá demostrar que se puede gobernar de otra manera y que la honradez, la austeridad y la eficacia son posibles en política.
La primera tarea del Partido Popular --sin dejar de lado las urgencias económicas-- será, por lo tanto, reparar el daño hecho al sistema democrático por el felipismo: restablecer los equilibrios institucionales, recuperar los valores del Estado de Derecho y desterrar las viciosas prácticas del clientelismo partidista que el PSOE ha introducido durante su prolongado cacicazgo. De este modo, las instituciones, sobre todo las más importantes como la Justicia o el Parlamento, volverán a tener el prestigio y la eficacia que el felipismo les arrebató y los ciudadanos confiarán de nuevo en el conjunto del sistema democrático y en quienes lo sirven y representan.
Los resultados vuelven a demostrar que el PSOE resiste --incluso por encima de las previsiones de las encuestas-- sobre todo en su feudo andaluz, donde se mantiene como primera fuerza política. Pero no se puede desconocer que las urnas han dado un claro rechazo al felipismo. Con su voto de ayer los españoles han manifestado claramente que hay otros caminos diferentes de la vía felipista hacia el desastre y la decepción por el que se ha obligado a transitar a España durante estos años, tras el señuelo de unas ventajas que solo han sido reales para los que se han situado a la sombra del poder.
Las elecciones del domingo 3 de marzo han supuesto igualmente un fracaso para UI que se queda muy por debajo de las previsiones y de sus objetivos. Anguita ha hecho una campaña buena en las formas pero su discurso, con tantos ribetes utópicos, no ha logrado calar en un electorado de izquierdas, decepcionado con el PSOE pero remiso a apostar por un programa poco convincente. Tampoco han sido buenos los resultados para CIU, que pierde un escaño. El electorado catalán le da a Pujol un segundo aviso tras el de las autonómicas del último otoño.
No hay cambios importantes en el País Vasco, donde lo más lamentable es el mantenimiento de HB. La llegada al Congreso del Bloque Nacional Gallego --en el que sus dos diputados se integrarán en el Grupo-- introduce un elemento nuevo y una pieza en el mosaico del nacionalismo periférico. Coalición Canaria no va a poder constituir grupo parlamentario propio, pero los otros partidos regionales conservan sus escaños. En cualquier caso, victoria del PP y fin del cesarismo felipista son los dos rasgos de una jornada electoral que debe considerarse histórica. (Firmas Press)
(*) Periodista español. Comentarista público de Diario ABC, de Madrid