En abril de 1960, el Diario de Costa Rica publicó en primera plana una fotografía de Rodrigo Facio y de Fidel Castro, y acusó a Facio de estar a favor de Castro debido a que había suscrito un manifiesto a favor de la Revolución cubana. Poco después, denunció que había infiltración comunista en la Universidad de Costa Rica (UCR), ya que algunos estudiantes rojos recogían firmas para apoyar a Facio.
Tal episodio de la vida de Facio, conocido gracias a las investigaciones de Jorge Enrique Romero Pérez, es un recordatorio de que, al cumplirse el centenario de su nacimiento, todavía no se dispone de una biografía que considere debidamente diversos aspectos de su vida, de su formación intelectual y de su carrera académica y política.
Aunque Facio ha sido uno de los intelectuales costarricenses cuyo pensamiento ha sido más estudiado desde diversas perspectivas teóricas, todavía es, en varios sentidos, un personaje histórico por conocer.
Origen. Facio nació el 23 de marzo de 1917 en el hogar formado por Justo A. Facio y Rosario Brenes Mata. Su madre era maestra normal y su padre, oriundo de Santiago de Veraguas, fue uno de los intelectuales más destacados de la Costa Rica de finales del siglo XIX e inicios del XX, además de ocupar importantes cargos públicos: fue subsecretario y secretario de Instrucción Pública.
De esta forma, el joven Facio creció en un medio no solo muy estimulante intelectualmente, sino que se benefició de los contactos establecidos por su padre tanto en la esfera de la cultura como en el mundo de la política.
El 24 de diciembre de 1926, cuando todavía no cumplía diez años, el periódico La Nueva Prensa publicó una foto de Facio enmarcada por un poema especialmente escrito para él por José María Zeledón (el autor de la letra del himno nacional), quien se refirió al niño como “poeta por la estirpe y por la afición”.
Liderazgo. Poco se conoce del paso de Facio por el Liceo de Costa Rica (1931-1935) y durante sus primeros años en la Escuela de Derecho (1936-1941). En sus memorias, Alberto Cañas lo recuerda como un líder nato por sus capacidades intelectuales, manifestadas en una temprana y prolífica producción poética y ensayística.
Entre 1935 y 1940, publicó en periódicos estudiantiles como Rebelión y Estudiante, en el Repertorio Americano (la célebre revista dirigida por Joaquín García Monge) y en la Revista de los Archivos Nacionales, donde dio a conocer dos innovadores trabajos de investigación histórica: “Esquema social de la independencia” (1938) y “Trayectoria y crisis de la Federación Centroamericana” (1939).
Además, en 1938 quedó en segundo lugar en el concurso organizado para conmemorar el cincuentenario de la creación del Colegio Superior de Señoritas con un texto en el que responsabilizó al cine por la frivolidad de la mujer costarricense y propuso remediar tal situación con más educación, incluida la de tipo sexual y la de índole doméstica (esta última para, entre otros propósitos, prevenir el feminismo).
Fue en octubre de 1941, sin embargo, cuando produjo su principal contribución a las ciencias sociales de Costa Rica, al defender una tesis de licenciatura en leyes titulada: “Estudio sobre economía costarricense”. En esta obra, que fue publicada en 1942, Facio combina una imaginativa interpretación del pasado del país con enfoques y planteamientos que, como lo sugirió José Luis Vega Carballo, se adelantaron a las teorías de la dependencia y el subdesarrollo.
De hecho, el personal diplomático de la Embajada de Estados Unidos en San José calificó esta contribución de Facio como uno de los mejores y más estimulantes libros publicados en el país sobre asuntos económicos.
Al lado de su producción intelectual, Facio emprendió esfuerzos sistemáticos para construir una carrera política mediante su participación en organizaciones como la Asociación Cultural de Estudiantes de Derecho, la Federación de Estudiantes y, finalmente, el influyente Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales.
Anticomunismo. En la década de 1930, cuando el Partido Comunista debutó en la política costarricense, Facio se identificó con el bando republicano durante la guerra civil en España (1936-1939). Además, como lo muestra su tesis de 1941, tenía clara conciencia de la problemática del imperialismo, aunque desde una perspectiva afín al nacionalismo económico, no revolucionaria.
Durante ese decenio también empezó a desarrollarse en Costa Rica un fuerte anticomunismo reformista, inspirado en el catolicismo social y liderado por Rafael Ángel Calderón Guardia. Para los miembros de esta corriente, era necesario impulsar mejoras en las condiciones sociales de los sectores populares para frenar el exitoso desempeño que los comunistas tenían en las elecciones.
Facio desde un inicio fue decididamente anticomunista, como lo muestra su polémica de 1937 con Óscar Barahona Streber, en la que se pronunció contundentemente en contra de la dictadura del proletariado. Si bien los comunistas discreparon de su punto de vista, no lo antagonizaron implacablemente y más bien reconocieron que “el joven Facio” poseía una “clara inteligencia”.
Lejos de alinearse con los comunistas o con los anticomunistas católicos, Facio se convirtió en el líder intelectual de una tercera vía: un anticomunismo reformista secular que, inspirado en las concepciones tecnocráticas de inicios del siglo XX avanzadas por Roberto Brenes Mesén, priorizaba un criterio técnico –supuestamente apolítico– como fundamento de las políticas públicas.
UCR. Hasta ahora, no existe un estudio sistemático que analice cómo Facio desarrolló su carrera académica y política en la turbulenta década de 1940 ni de cómo se aproximó al sector liderado por José Figueres. Tampoco se ha investigado suficientemente cuál fue el papel jugado por Facio durante las persecuciones que se dieron en la UCR en contra de los comunistas y de los partidarios de Calderón Guardia.
El hecho que sí está claro es que Facio y Carlos Monge Alfaro (quien fuera su profesor en el Liceo de Costa Rica) fueron los principales ganadores, en la política universitaria, después de finalizada la guerra civil de 1948. Facio fue rector de la UCR entre 1952 y 1961, y Monge entre 1961 y 1970.
Debido a la falta de investigación, no se conoce todavía cómo Facio construyó sus redes de apoyo en el medio académico ni en qué medida se articularon fuerzas de oposición en contra de su gestión, tanto desde dentro como desde fuera de la UCR. Sobre este importante asunto, Alberto Cañas, de nuevo, da algunas pistas.
Tras reconocer el liderazgo de Facio en el desarrollo de la UCR, Cañas esbozó sutilmente una queja: “en esa labor estupenda no estuvimos presentes sus compañeros de generación, pues la realizó aisladamente, con elementos universitarios nuevos en su vida, y con la sola y suficiente presencia de quien había sido su mentor en el Liceo de Costa Rica: Carlos Monge Alfaro”.
El manifiesto que Facio firmó a favor de la Revolución cubana, a su vez, obliga a considerar también otro tema inexplorado: el papel de Facio en el giro hacia la izquierda de un sector de intelectuales y políticos del Partido Liberación Nacional y el impacto que tuvo ese proceso en la UCR.
Brillo. Sería importante que, a corto plazo, se pudiera disponer de una biografía profesional sobre Facio. Emprender una iniciativa de este tipo sería la forma más oportuna de conmemorar el centenario de su nacimiento.
Conocer mejor la formación de Facio y el desarrollo de su carrera política y académica, permitiría comprender mejor la originalidad de su pensamiento, que influyó decisivamente en las políticas públicas del período 1950-1978.
Facio ciertamente no escapó de la maldición de Rubén Darío, quien en 1892 sentenció que en Costa Rica los poetas se daban mal, pero que los prosistas en el campo de las ciencias políticas y sociales brillaban más que en el resto de Centroamérica. Facio fue uno de los que más brillaron, pero, sin duda, hizo mucho más que brillar.
El autor es historiador.